Quatre dones decideixen submergir-se per tal de descobrir la realitat d’aquesta societat occidental aparentment igualitària. A l’endinsar-se s’adonen que encara en ple segle XXI les dones són excloses de les esferes de poder, agredides sexualment i educades per ser esveltes, mares, sensibles, impecables i... INFELICES.
Este pequeño montaje es toda una caja de sorpresas. La primera nos la encontramos nada más entrar en la sala, escenario desnudo, pero con una imponente bañera blanca con los bajos pintados de negro. Contraste total con las fotos promocionales como la que encabeza el post. Un guitarra eléctrica espera en un rincón a medio iluminar.
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Pese a su juventud, ninguna de ellas llega a los treinta, el mensaje es contundente. En cada monólogo se aprecia las dificultades, abusos, condicionantes que tenemos que pasar/sufrir las mujeres sólo por el hecho de serlo desde la cuna. Un relato descriptivo de diferentes situaciones, conocidas y vividas, que ponen los pelos de punta y que provocan un silencio absoluto en la sala que corta la respiración.
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La puesta en escena se sumerge en nuestros "pequeños" horrores cotidianos, dándoles una pátina de esperanza y poesía. Cada monólogo tiene una clara diferencia estética y aunque todos tienen a la bañera como punto clave escénico, ésta adquiere diferentes significados y protagonismo. La caracterización de Laia Pujol se encarga de poner elementos imprescindibles para llenar por completo de significado el discurso.
No hace falta enmarcarse detrás de un personaje para sentirse identificada en cada una de las palabras del texto. Los sentimientos y humanidad es lo único que necesita el espectador que elija sentarse en la sala y darse de bruces con la realidad que cada vez llega antes, pero que afortunadamente cada vez es más visible y denunciable en voz alta y las nuevas generaciones lo vuelven a dejar claro.