De destrucciones planetarias se ha hablado mucho en la literatura,
Visió Ardent pone el centro de atención en el uranio, desde la mina hasta la bomba. Según el programa de mano todas las historias que lo conforman giran a su alrededor. Si bien es cierto que sólo asistí a la primera parte de la historia. Por primera vez fui incapaz de ver la segunda parte. Después de 1h y 15 min de obra donde no veía más que historias inconexas, sin ningún fin conductor, decidí abandonar la sala sin la más absoluta idea de lo que mis ojos habían presenciado.
Me gustaba la idea de un espectáculo mitad inglés-mitad catalán y que el lenguaje no fuera un problema para nadie, porque todos en menor o mayor medida entendíamos de que iba la pesca. Pero el problema de la pieza no está en el lenguaje utilizado sino más bien en la dramatúrgia, en la absoluta falta de esta, aunque en la ficha artística haya dos personas que se hayan encargado de elaborarla. No es normal que durante más de una hora nada me pareciera coherente, no encontrara el porqué de todo junto. ¿Qué pretendía el autor/dramaturgo con lo que estaba presenciando? Lo siento, pero aún hoy no he encontrado la respuesta. Y no dudo que quizás la cosa mejorara en la segunda parte y que la respuesta hubiera estado en ella.
Pero, Visió Ardent me pareció otro espectáculo más que en el espectador se piensa en la "obra de arte" que se está construyendo. Cosa que como espectadora detesto. La falta de empatía del creador con el público. Nada que objetar de las interpretaciones, poco podían hacer con un texto tan inconexo y tan falta de agarre. Anna Güell transvestida como hombre con un personaje excesivamente parecido a Donald Trump, una caricatura del tópico discurso americano lleno de banderas, racismo... Claudia Benito, que aún conserva la luz que aporta a los personajes, esta vez le sirve de poco, porque y aunque tiene un personaje al que le falta recorrido es el mejor escrito de todos. Pobre niña pobre. (...)