Arabella

informació obra


Comèdia lírica en tres actes. Llibret d’Hugo von Hofmannsthal. Música de Richard Strauss. Estrenada l’1 de juliol de 1933 a la Staatsoper de Dresden. Estrenada al Gran Teatre del Liceu el 7 de gener de 1962. Darrera representació al Liceu, l’11 de febrer de 1989.

Autoria:
Richard Strauss
Direcció Musical:
Antoni Ros-Marbà
Direcció:
Christof Loy
Escenografia:
Herbert Murauer
Vestuari:
Herbert Murauer
Il·luminació:
Reinhard Traub
Coreografia:
Thomas Wilhem
Producció:
Oper Frankfurt
Intèrprets:
Anne Schwanewilms, Genia Kühmeier, Alfred Reiter, Doris Soffel, Michael Volle, Will Hartmann, Thomas Piffka, Roger Smeets, Torben Jürgens, Susanne Elmark, Ursula Hesse von den Steinen, Frieder Stricker
Sinopsi:

Amb aquesta òpera, Richard Strauss va tornar a la comèdia situada a Viena, com havia fet amb la seva obra més famosa, El cavaller de la rosa. L’ambient de decadència d’Arabella mescla l’amor amb l’interès a l’Àustria de 1860: el comte Waldner, empobrit pels seus deutes, pretén casar la seva filla amb algun pretendent que alleugi la pobresade la família. El conte de fades està a punt de fer-se realitat: Mandryka, un foraster ric, ha demanat la mà de la seva filla Arabella. Strauss, que donava tanta importància a la qualitat literària de l’argument, va haverd’acabar la música per a aquesta òpera sense el seu gran llibretista, l’escriptor Hugo von Hofmannsthal. Arabella va arribar al Liceu tres dècades després de la seva estrena absoluta, però el retard va quedar compensat amb la jove Montserrat Caballé, que debutava en aquest escenari. Ara, Christof Loy ha convertit la història en una producció fascinant.

Crítica: Arabella

21/11/2014

Arabella: la sensatez también puede protagonizar una ópera

per Enid Negrete

Hija de una de las grandes parejas de compositor y libretista de la historia de la ópera, Arabella la última ópera escrita por Hugo von Hofmannsthal (1874-1929) y Richard Strauss (1864-1949), nos habla, como muchas otras óperas, de amor, de pasiones y de relaciones frustradas, pero sobre todo (y ahí está su novedad) habla de sensatez. Una protagonista de serena felicidad, que toma decisiones claras, que hace un proceso de aceptación de sí misma y que no engaña a nadie, parece impropia de un género escénico donde las mujeres han sido idealizadas, victimizadas y satanizadas, pero nunca vistas tal cual son.

Con una música siempre sorprendente y nueva, con personajes de carne y hueso, que no dejan de ser realistas y coherentes en toda su trayectoria emotiva, esta obra sorprende por su honesta modernidad y vigencia.

El Liceo nos hace llegar esta obra maestra del siglo XX después de que Lucia Popp la interpretara por última vez en su escenario hace 25 años. Para este teatro esta ópera tiene un aura especial porque fue la que escogió la Caballé para su debut en 1962, evento que ha pasado a formar parte de su mitología.

En esta ocasión con el montaje escénico de Chistof Loy -a quien ya hemos disfrutado en este teatro con montajes mozartianos y belcantistas- y que le ha dado un dispositivo escénico elegante, de líneas puras y colores sólidos, que nos recordaron siempre esa Viena blanca, exquisita y fría, que tiende a la decadencia.

Él mismo habla de que su montaje no está en ninguna época, sólo podemos deducir que pertenece al siglo XX. Pareciera que la producción al completo (pero sobre todo la iluminación) están más cercanas a las emociones de los personajes que a las referencias realistas de espacio y tiempo. Lo cual considero un enorme acierto.

Por otra parte la interpretación musical de esta difícil partitura, estuvo a cargo de Ralf Weikert, director austriaco que debutó en este teatro desde hace más de 30 años. En esta ocasión nos sorprendió la enorme claridad con la que se abordó la complejidad de esta obra.

Anne Schwanewilms interpretó el personaje protagónico con un fraseo hermoso, una voz perfecta para el papel y mucha credibilidad escénica, pero por desgracia tuvo algunos tropezones con los pianísmos en los momentos menos indicados.

Entre el resto del elenco destaco el trabajo de Ofelia Sala, cuya interpretación de Zdenka fue notable tanto vocal, como musical e histriónicamente. Por su parte, la intérprete del difícil papel de Fiakermilli nos dejó oír unas buenas coloraturas (quizá un poco forzados los sobreagudos) con una interpretación escénica verosímil e interesante.

Michael Volle interpretó al exacerbado Mandryka con una voz potente, redonda y muy expresiva. Mientras que los padres lograron darnos esa idea de gente vividora e irresponsable, que quieren resolver problemas económicos jugando a las cartas y casar a su hija para ser ricos.

Una velada en compañía de Hofmannsthal y Strauss, con esta calidad de montaje, es una de las delicias que nos permiten salir del teatro pensando en la verdad de esa frase tan hermosa que dice Arabella: “Una muchacha que ahora es feliz, tan feliz, que necesita estar sola, sola consigo misma en su habitación, mucho rato, sin poder dormir, de tanta felicidad”.