Un text fonamental del dramaturg en llengua alemanya Thomas Bernhard basat en fets reals. El feixisme, revisitat per Krystian Lupa. A l’extrem de l’actualitat. Irreductible.
"Retrat bernhardià d’una família intoxicada pel nazisme; un ampli espectre de símptomes, una humanitat malalta i esguerrada.
Ja no es tracta d’una ideologia, d’un monstre històric, sinó d’una malaltia espiritual de la humanitat.
Tots els sentiments humans, valors i aspiracions estan infectades per aquest virus.
Ja no es tracta de l’absència de moralitat, de l’amputació del bé, sinó de la moralitat malalta i esguerrada, de la bondat falsificada.
La malaltia profunda de l’home contemporani que genera individus invàlids segons el diagnòstic de Thomas Bernhard.
Uns germans afectats pel virus de la mutació actual del nazisme, enclaustrats en una existència familiar falsificada, en una presó estreta i asfixiant creada i custodiada per ells mateixos, en què es respira l’odi, la por i la impossibilitat de ser feliç..."
Krystian Lupa
Premis de la Crítica 2016 categoria espectacle
Premis de la Crítica 2016 categoria actriu (Marta Angelat)
Premis de la Crítica 2016 categoria espai sonor (Roger Ábalos)
Davant la jubilació se inspira en la historia verídica de un juez nazi que, años después de la guerra, consiguió conservar su buena posición a base de mantener escondidos sus ideales nacionalsocialistas. Su vejez y su inminente jubilación se convierten en una metáfora del final de su época de esplendor y el trauma que ello le conlleva. A su lado, aparecen sus dos hermanas, ambas dominadas y sin embargo polos opuestos de una misma realidad.
Con este texto de Thomas Bernhard, el director polaco Krystian Lupa vuelve una vez más al Temporada Alta –para hacer posterior temporada en el Lliure- y, por primera vez, se pone al frente de actores catalanes. Y no cualesquiera. Tres veteranos de largo recorrido y reconocimiento se ponen bajo su tutela para representar un texto inquietante, en el que lo importante no es lo que se dice, sino todo lo que se lee entre líneas.
Mercè Arànega crea una Vera frágil y sumisa a la que el terror se le intuye bajo tan solo el punto justo de nerviosismo. Por su lado, Marta Angelat ofrece una maravillosa interpretación con la que consigue, sin apenas diálogo, llenar y helar el escenario con sus miradas de reproche y su actitud distante. Enfadada, humillada y sobretodo resignada, su personaje resulta fundamental como una representación de la parte vencida. Finalmente, Pep Cruz completa el reparto aferrándose a los tics nerviosos con los que evoluciona hacia la locura.
La puesta en escena nos traslada al comedor de una casa grande pero antigua y ajada que, como los personajes, en su día fue majestuosa. Una única ventana es el punto desde el que miran al exterior y contemplan el constante e imparable movimiento del mundo. Sobre las paredes, se reproducen planos cerrados de los actores que impiden que nos perdamos sus matices interpretativos, así como imágenes de más impacto que refuerzan la incomodidad que el texto desprende.
Lupa se toma su tiempo – 3 horas y media de función con dos descansos- y ofrece una dirección naturalista de ritmo denso, respetando los silencios y las pausas en cada uno de las intervenciones. Nos da así tiempo para reflexionar, intuir y digerir una historia que se nos va desvelando a pequeñas pinceladas. El autoengaño parece ser la única vía de escape para estas almas corroídas por la culpa. Sin embargo, el tiempo y la vejez parecen romper las barreras en las que se protegían, mostrándoles la terrible realidad de lo que ha sido su vida. Al final, serán sus mismas convicciones, verdugas de tantos, las que acabaran convirtiéndose en sus peores enemigas.