A l’hora fosca en què les persianes dels comerços ja s’han tancat, dos desconeguts es troben clandestinament per dur a terme una transacció que posarà en joc les seves identitats i acabarà posant en risc alguna cosa més que la satisfacció de les intencions secretes de cadascú.
La força del desig a través dels laberints imprevisibles del llenguatge, en un dels duels més emblemàtics del teatre contemporani, protagonitzat per Andreu Benito i Ivan Benet, gràcies a la vibrant dialèctica de Bernard-Marie Koltès, que arriba per primera vegada al Teatre Nacional de Catalunya.
Uno de los mayores aciertos de la programación del Teatro Nacional de Cataluña de esta temporada es la importancia de los textos dramáticos que la integran. Koltés es un autor poco representado, más allá de su famosa obra Roberto Zucco y realmente no puede dejarse de lado un texto como éste.
Bernard Marie Koltés (1948-1989) es un autor siempre novedoso, sorprendente y que plantea dudas existenciales y filosóficas que el teatro más reciente no se atrevía a tocar. Heredero de la dramaturgia más existencialista francesa (Albert Camus y Jean Paul Sartre), Koltés tiene la capacidad de hablar de todo lo que rodea al hecho vital antes que de la vida misma. Así sus obras están en medio de la reflexión humana, la incapacidad para comprender la vida y al mismo tiempo, plantenado una paradoja, la comprensión superior de los hechos, que por más terrorificos o maravillosos que sean, se ven desde la pasión por la palabra, el discurso y la reflexión.
En este caso, en medio de la nada y con muy pocas, pero también muy precisas, referencias ambientales, dos personajes se encuentran en la mitad de una calle oscura para hacer una acción tan elemental como compleja: vender y comprar.
En el caso de la producción dirigida por Joan Ollé se pueden ennumerar como aciertos el diseño atemporal y nada identificable del espacio, que daba una atmósfera asfixiante al mismo tiempo que seductora, la iluminación más cercana a las emociones de los personajes que a la creación de una mera "ambientación" y en general una propuesta visual interesante. Lo que se echa en falta es la verosimilitud emocional (sobre todo en el personaje de El Dealer), la pasión que deja entever este texto y la seducción que subyace en ese discurso tan racional.
La traducción de Sergi Belbel necesitaba mucha más flexibilidad para llegar al espectador y poder quitar un poco de la pesadez del lenguaje, pero también se necesitaba eso en la dirección de actores y en el plantemiento mismo de la relación entre ellos.
Un trabajo enorme, frente a un texto oscuro, pero que necesitaba mucho más de las emociones que generan las palabras que el discurso en sí mísmo.