Com som de resistents els humans, així ho demostren aquestes dones que encara viuen, desprès de gairebé un segle d’existència. Les dones que van viure la il·lusió d’un estat Republicà, que en poc temps es va convertir en una guerra civil, on amics, germans i cosins es barallaven entre sí.
Una guerra on l’horror, la repressió i l’infortuni acaben guanyant.
Una postguerra marcada per la fam, la por i la incultura. I finalment una vellesa en solitud o en una residència amb una pensió mísera. Amb ganes d’acabar la vida perquè ja no es vol donar més feina als fills.
Elles allà consumint-se a poc a poc, vivint hores, dies i mesos eterns, sense adonar-se que els nets, l’escolten i n’aprenen coses per un cordó umbilical invisible.
Un dia els nets s’aixequen contents perquè poden dir: avui la meva àvia ha fet cent anys!
L’Obra comença amb el personatge de la iaia, asseguda en un balancí, tot mantenint un diàleg amb un interlocutor imaginari, l’Oriol; l’infermer que té cura d’ella. Fent-li preguntes com; quan vindran els meus nets a veurem? Quan mengem? Perquè porto bolquers?
Ens anem situant en l’espai on es troba aquesta àvia i la seva solitud.
A poc a poc, aquesta àvia, va recordant passatges de la seva vida. L’actriu va assumint diferents rols de personatges que van sortint a partir d’aquests records.
Hipnotizada, así es cómo quedé después de ver este espectáculo imprescindible. Hay obras que las vas persiguiendo y que por esta vida azarosa que llevamos, pierdas una y otra vez la posibilidad de verlas. Hace cinco o seis años fui una de las afortunadas en ver su taller de fin de carrera en el IT, pero poco queda de lo que allí se presentó, un esbozo de lo que a día de hoy es Iaia, memòria històrica.
Con un montón de kilometros a sus espaldas, Alba Valldaura ha construido un fiel retrato de nuestras abuelas, las que la generación que estamos entre los 25 y los 45 hemos tenido, o los más afortunados aún tienen. Aquellas que nos han explicado la II República, la Guerra Civil, la postguerra, la transició y los primeros años de la democracia. Aquellas que han vivido tanto, testimonios vivos del horror, de aquella parte de la historia que algunos quieren hacer desaparecer, pero como bien dice el texto "quien no conoce los errores de su historia, corre el riesgo de volver a repetirlos."
Nada más entrar en la sala, la protagonista ya está en escena. La iaia que por momentos saldrá de su senectud y mediante flashbacks volverá a revivir su juventud, los buenos momentos al lado de su marido, de cómo bailaban, su pedida, pero también los manos momentos, esa guerra que les separó, los campos de concentración, un sinfín de anécdotas vitales que a los asistentes les recordara án las que de bien seguro les explicaba su abuela.
Pero el poder de la dramaturgia y las puesta en escena recae sobre la sobresaliente, magistral y brillante interpretación de Alba Valldaura. Con cada matiz limado, pulido, nos regala tiernos, trágicos y sinceros momentos cuando se convierte en su abuela. Su respiración entrecortada, su mirada, su pose, la posición con la que se siente, con la que camina, la cadencia con la que habla, la transformación más absolutamente perfecta que uno se pueda imaginar de una mujer anciana. Y los espectadores la observamos boquiabiertos a escasos centímetros del escenario. En aquellos lugares donde esconder algo es imposible. Todo tiene que ser verdad, porque de otra manera no sería creíble.
El diminuto espacio donde transcurre la acción, un sillón, una mesa y una silla, un tendal y una sábana. A partir de ahí un despliege de imaginación inigualable para recrear escena detrás de escena. Potentísima la selección musical que nos regala momentos tan impagables como el de la Pasionaria o un añadido de rock-psicodélico que no tienen desperdicio.
Este domingo 29 de enero ha finalizado la tercera temporada de la Sala Fènix, esta semana estará en la Casa Elizalde y de buen seguro pronto volverá a la cartelera. Todavía hay muchas personas que no han descubierto este impresionante diamante (tan pulido que brilla por sí sólo). Un imperdible que no tendría que parar de representarse. Carne de gallina. BRAVO.