Com tota obra “clàssica”, i la de Lorca ja ho és, encara que nascuda en un passat molt proper, va creixent dia a dia oferint-nos facetes diferents al compàs dels canvis de la societat.
La història de Bernarda i les seves filles, com la nostra història, té les seves arrels abans del seu naixement. Arrels profundes, recaragolades, d’un origen llunyà i perpetuades per, qui sap, quins foscos interessos. És un origen ancestral que se sustenta en la por. Bernarda tem que tot canviï i que el seu canvi faci perdre la seva aparent i imposada entitat. Tem no saber què fer amb una autèntica essència vital que la desequilibri i per això manté presents les normes amb les que la van educar. Podríem dir el mateix de les seves cinc filles, evocades, sense altra opció, en un món poc flexible, però còmode, anestèsic i inculte que les anul·la i les obliga a vendre la seva llibertat. Adela i Maria Josefa, en un intent de realitzar-se, són condemnades amb la mort i la bogeria.
És una obra que tracta sobre els ancestres que no mostren la comprensió ni la compassió cap als seus descendents. Com Saturn devora els seus fills, Bernarda és devorada i devora els seus desitjos, així com els desitjos i la vida de les seves filles.
Federico García Lorca (1898-18 de agosto de 1936), escribió La casa de Bernarda Alba a lo largo de la primera mitad del 1936. Utilizando el retrato de la represión ancestral de la mujer en la España profunda dominada por la religión más dogmática y el machismo, Lorca compuso un texto premonitorio de lo que iba a suceder unos años más tarde, de lo que está sucediendo en nuestros días en muchos lugares del mundo y una metáfora hiriente de lo que, queramos verlo o no, nos amenaza permanentemente en la sociedad en que vivimos (en este mundo aparentemente “libre”, aparentemente “democrático”). Con un imperativo “Silencio!”, ordenado por Bernarda Alba, victima y verdugo a la vez, comienza la obra, y con un aún más imperativo “Silencio!”, la concluye.
De la mano del reconocidísimo director José Carlos Plaza, que ya la dirigió en 1984, nos llega una nueva versión reconducida a lo esencial, austera, contenida en lo emocional, áspera y potente. Cuenta con un brillante elenco de actrices de larga, reconocida y premiada trayectoria, no solo en el teatro, sino también en el cine y la televisión. Un magnífico trabajo colectivo, en donde los silencios, las expectantes calladas presencias y la expresión corporal cobran una fuerte expresividad. Cabe destacar el duelo interpretativo, entre Consuelo Trujillo, que compone una contenida pero brillante Bernarda Alba, y la criada veterana, la única capaz de decirle las verdades, Rosario Pardo, magnífica Portia. Al suprimir el personaje de la criada joven, Portia suple su texto en un salteado monólogo con el público.
Especialmente destacada también Ana Fernández, que borda con contención dramática, el papel de la sacrificada Angustias, la prometida burlada. Junto a ellas, un gran trabajo también de Ruth Gabriel, Zaira Montes, Montse Peidro, la más joven Marina Salas, como la rebelde Adela y la veterana Luisa Gavasa, envejecida para la ocasión, como la madre de Bernarda inmersa en su locura.
La escenografía de paredes cerradas, de blanco crudo, muestra dos apuntes, casi subliminales, en el deteriorado fresco frontal, en los que apenas se adivina pero se deja ver lo que podrían ser unas ninfas legendarias símbolos de erotismo y libertad. El escenógrafo Fernando Leal, también deja como apunte, un único objeto en el vacío y hueco escenario, un tronco de árbol talado desde su inicio solo sostenido por el apunte de las robustas raíces (metáfora de lo difícil, casi imposible, que es crecer arrastrando el peso castrante de las ancestrales raíces).
Mención al vestuario, negro seco, austero y frío, en contrapunto con el vestido verde y la combinación blanca, símbolo de libertad, de la díscola Adela, diseñado por Gabriela Salaverry. El espectáculo esta realizado por Producciones Faraute, creada por el que fue gran director Miguel Narros y Celestino Aranda en 1997 y que ha puesto en escena de forma brillante textos de autores clásicos españoles (Calderón, Valle Inclán, Buero Vallejo, el mismo Lorca, pudimos ver en el 2013 en el Tívoli, Yerma, protagonizada por Silvia Marsó), como contemporáneos (Sanchis Sinisterra, Sergi Belbel, Fernández Santos..), https://produccionesfaraute.com
Texto fundamental del teatro universal.
Obra excepcional, que lejos de perder fuerza con los años, la gana, transformándose en uno de los textos más actuales del siglo XXI. Una de las obras más representadas en el mundo, que conviene ir redescubriendo y descubrir (a quienes no la conozcan). Representada continuadamente en los cinco continentes. Escrita en 1936, no pudo ser estrenada, ni publicada hasta 1945, gracias a la gran actriz Margarita Xirgu, que la estrenó en Buenos Aires. Desde entonces han sido muchos los montajes a destacar. Mencionaremos el de Lluis Pasqual en el TNC y las Naves del Español en 2009, con Núria Espert y Rosa María Sardá, el del 2005 en el Centro Cultural de la Villa, con Margarita Lozano y María Galiana (la abuela de la serie televisiva Cuéntame) y el de 1998, en el Teatro María Guerrero, con María Jesús Valdés y Julieta Serrano (la actriz catalana, nacida en el Poble-sec, la ha interpretado en diversas ocasiones y en su juventud como una de las hijas).
De los montajes realizados fuera de nuestras fronteras destaca el dirigido por Núria Espert en Londres en 1986, con Glenda Jackson y Joan Plowright de protagonistas. En 1948, María Casares lo estrenó en los Champs-Elysées de Paris. En 1974, el también gran director sueco Alf Sjöberg lo dirigió en Stockholm (Estocolmo), con Mai Zetterling. En 1974, el también actor-director cinematográfico Robert Hossein, hizo lo propio en París, contando con Isabelle Adjani.
En el cine, destacamos, la película mexicana de 1982, dirigida por Gustavo Alatriste, con Amparo Rivelles de protagonista y la española de 1987, dirigida por Mario Camús, con Irene Gutiérrez Caba, Florinda Chico, Ana Belén y Vicky Peña (puede encontrarse en DVD).
Texto: ferranbaile@gmail.com