El públic del Festival d'Avinyó es va quedar sense alè quan, l'any 2011, va assistir a l'estrena de l'aleshores nou muntatge de l'autor i director d'escena Pascal Rambert. Al text que signava i dirigia, sotmetia una parella a una ruptura sentimental, una conversa duríssima en la qual els protagonistes s'intercanviaven monòlegs que expressaven la violència d'un amor en procés de defunció. Por i alliberament es barregen en el diàleg punyent de la parella, un combat devastador i sense pietat entre un home i una dona que manté la intensitat fins a les últimes frases. El mateix Rambert ha dirigit representacions del muntatge en diversos països. Interpreten l'obra Bárbara Lennie, premi Goya 2015 a la millor actriu protagonista, i Israel Elejalde, nominat a millor actor revelació per la seva feina a Magical girl, el film de Carlos Vermut.
(...) La clausura del amor son dos monólogos al cien por cien de intensidad. Como si entráramos en un ring de boxeo y los dos púgiles combatieran entre sí pero los golpes le tocaran recibirlos al espectador. Una escenografía blanca, vacía, fría a los ojos del público. No hay nada en que resguardarse. Observamos los golpes, los disparos certeros, primero de él, cincuenta minutos casi sin pausa, sin respiro, luego ella más de lo mismo. Un sinfín de reproches, ataques personales un constante juego con el lenguaje: desde las metáforas a la manera de hablar de uno y otro personaje. Atónitos presenciamos la escena, sólo rota al acabar el primer monólogo para homenajear la inocencia. Inocencia que se rompe, se hace añicos, diminutos y las heridas comienzan a sangrar.
No hacen falta puñetazos para llorar, el dolor más poderoso viene de la mano de la palabra. Ellos se vomitan el uno al otro toda la mierda contenida durante los años. Son seres humanos aunque en algún momento puedan parecer dos bestias ansiosas por ganar la batalla. La presa, un día se le llamó amor. Hoy ya no queda, ha sido reemplazado por el odio hacia el otro, pero más que nunca hacia uno mismo.
La clausura del amor es una maratón interpretativo a la altura sólo de unos pocos. Es una obra difícil de interpretar, con un desgaste actoral como pocas. Por ello, mi más sincero aplauso escrito a Israel Elejalde y Bárbara Lennie, que con acierto se han aventurado en ella. Se queda una sin palabras para describir la ferocidad que ambos imprimen a sus personajes. Difícil el aguante de mantener el embate y de responder con la misma fuerza. De hacer vivo el texto desde el primer minuto hasta el último. Brillante combate interpretativo donde quien gana es el espectador. (...)