La clausura de l'amor

informació obra



Producció:
Kamikaze Producciones, Produccions Variacions Enigmàtiques S.L.
Dramatúrgia:
Pascal Rambert
Direcció:
Pascal Rambert
Traducció:
Coto Adánez (36caracteres)
Adaptació:
Coto Adánez (36caracteres)
Intèrprets:
Israel Elejalde, Bárbara Lennie
Escenografia:
Eduardo Moreno
Il·luminació:
Pau Fullana
Vestuari:
Sandra Espinosa
Ajudantia de direcció:
Fernando Sánchez-Cabezudo
Companyia:
International Institute of Political Murder
Sinopsi:

El públic del Festival d'Avinyó es va quedar sense alè quan, l'any 2011, va assistir a l'estrena de l'aleshores nou muntatge de l'autor i director d'escena Pascal Rambert. Al text que signava i dirigia, sotmetia una parella a una ruptura sentimental, una conversa duríssima en la qual els protagonistes s'intercanviaven monòlegs que expressaven la violència d'un amor en procés de defunció. Por i alliberament es barregen en el diàleg punyent de la parella, un combat devastador i sense pietat entre un home i una dona que manté la intensitat fins a les últimes frases. El mateix Rambert ha dirigit representacions del muntatge en diversos països. Interpreten l'obra Bárbara Lennie, premi Goya 2015 a la millor actriu protagonista, i Israel Elejalde, nominat a millor actor revelació per la seva feina a Magical girl, el film de Carlos Vermut.

Crítica: La clausura de l'amor

26/07/2015

GRAN INTERPRETACION, TEXTO CANSINO

per Ferran Baile

Chapeau a dos actores que se dejan la piel en este espectáculo que les obliga a un gran esfuerzo interpretativo, con una exhaustiva interpretación orgánica tanto cuando están hablando como cuando están encajando el texto del otro.

De hecho son dos monólogos de 55 minutos cada uno. Situados los actores, a lado y lado del escenario en diagonal, se escupen toda la bilis acumulada por una relación frustrante con toda la crueldad imaginable. Un combate de boxeo en el que uno pega y pega, mientras el otro encaja sin defenderse.

El la fustiga durante casi una hora, sin descanso, mientras ella va encajando sin la menor replica, para pasar a continuación a invertir los papeles y las acciones. En medio, como único descanso, la interpretación de una canción por un coro angelical de niños-as de corta edad (Petits Cantors Amics de la Unió), que aparecen y desaparecen con la misma brevedad que la pieza interpretada.

Confieso que me aburrió el texto de Pascal Rambert (responsable también del estático concepto escénico y de la dirección), por más que tenga mucho éxito por los escenarios europeos, agotadoramente largo y reiterativo, lineal en muchos tramos y prácticamente sin el menor asomo de humor ni de poesía y con algunas metáforas cercanas a la pedantería.  Todo es un permanente insulto, una constante acusación de culpabilidad del uno-a al otro-a, gritado y escupido con todo el rencor, con todo el egoísmo, con toda la cólera y sin ningún punto de grandeza en ninguno de los dos personajes. Solo al final se hace referencia a los tres hijos que ha tenido el matrimonio y que en ningún momento parece haberles preocupado, como si no existieran.  Por el contrario él le reclama con insistencia un sillón veneciano y alguna otra nimiedad, de los niños, nada.

Un texto árido, brusco, lleno de insultos y metáforas hirientes. Solo, cuando ella hace referencia a los hijos, me quedo con nuestro primer hijo, me quedo  con nuestro segundo hijo, me quedo con nuestro tercer hijo y a continuación contenida en su dolor enumera con el  me quedo por delante pequeños actos y momentos, el texto y el personaje parecen ganar en ternura, en un atisbo de humanidad sin odio. Pero pronto sale la soberbia y acaba especificando que a partir de entonces ella marcará la ruta de los nuevos acontecimientos que evidentemente serán muy duros para él.

Me aguantó despierto el gran trabajo actoral de Israel Elejalde (colérico y agresivo) y Barbara Lennie (contenida, pero no menos agresiva y lacerante). Una interpretación que exige un gran, gran esfuerzo interpretativo y orgánico y que salvan con brillante nota. El público se lo premió como merecían de pié y con un gran aplauso. No creo tanto el texto, porque no pocos eramos los que mirábamos repetidamente y con cierto desasosiego el reloj.

ferranbaile@gmail.com