Espectacle participatiu que recrea la dinàmica d’una assemblea on un grup de persones han de prendre una decisió d’urgència. Una experiència grupal que qüestiona amb humor i sense benevolència el concepte de participació. Una metàfora del règim de representació democràtica. Una peça de plena actualitat que replica un univers col·lectiu i posa en qüestió els procediments que regeixen la societat contemporània. No habilitat per a persones amb la mobilitat reduïda.
Como si fuera una reunión secreta nos sumergimos en una sala para decidir algo que sólo saben unas cuantas personas y que el resto asistimos impávidos a la retahíla de nombres y conceptos jurídico que no somos capaces de discernir. El juego ha comenzado, somos partícipes de una gran decisión, que tendremos que tomar al final del espectáculo.
Y aunque los organizadores nos suelten sus discursos como si fueran robots programados, el resto querrá dar su opinión y ahí empezará el debate, entre los que optan por una reunión más democrática donde todo pase por el voto de los presentes y los que les parece una burocracia excesiva tener que pedir el consentimiento general para llevar a cabo sus propuestas.
La gent es una radiografía del proceso participativo llevado al extremo. Sin llevarnos a conclusiones moralistas si nos explican cómo la democracia se rige por unas normas, con unos órganos de decisión, que consultan teóricamente a los ciudadanos cada cierto tiempo si las decisiones que han tomado les sirve para validarlos en el poder por un periodo mayor de tiempo.
No hay trampa ni cartón, el espectáculo es fresco, ágil, participativo pero sin violentar al espectador, los más tímidos y vergonzosos encontrarán un hábitat para ellos. Los actores son público y el público son actores, no hay paredes, ni caretas, todo fluye y al final te sorprendes por pensar que todo llevado al exceso, al límite se acaba por deformar, y aunque tanta participación no sea buena, La gent consigue su propósito conseguir que nos replanteemos ciertos parámetros participativos que hasta el momento se veían como inamovibles. És hora de que cadascun digui la seva.