La nit de la iguana

informació obra



Direcció:
Carlota Subirós
Traducció:
Carlota Subirós
Autoria:
Tennessee Williams
Dramatúrgia:
Ferran Dordal i Lalueza
Text:
Paul Berrondo
Intèrprets:
Joan Carreras, Màrcia Cisteró, Ricardo Cornelius, Antònia Jaume, Paula Jornet, Nora Navas, Claudia Schneider, Lluís Soler
Escenografia:
Max Glaenzel
Vestuari:
Marta Rafa
Il·luminació:
Mingo Albir
So:
Damien Bazin
Caracterització:
Anna Rosillo
Assesoria de moviment:
Laia Duran
Ajudantia de direcció:
Raquel Cors
Sinopsi:

Un cant a la bellesa i a la llibertat

Anys quaranta, en un racó perdut de la costa del Pacífic a Mèxic. Mentre grups de turistes alemanys celebren en banyador els bombardejos de la Luftwaffe sobre Londres, l’antic reverend Lawrence T. Shannon, reconvertit en guia turístic després d’haver estat expulsat de la seva església i haver passat una temporada en una clínica psiquiàtrica, es retroba amb una antiga amant que regeix un petit hotel costaner.

La nit de la iguana s’immergeix en el malestar del món globalitzat, íntimament amenaçat per la banalització turística i les seves promeses encapsulades que empenyen a la perpètua insatisfacció davant la manca d’alternatives quotidianes fèrtils. I alhora, emboirada d’un embriagador erotisme crepuscular, l’obra de Tennessee Williams emergeix també com un cant a la bellesa i a l’arriscada vivència de la llibertat.

Crítica: La nit de la iguana

12/02/2021

La noche de Joan Carreras

per Juan Carlos Olivares

El Costa Verde es un hotel barato para unos alemanes que celebran en bañador los bombardeos de la Luftwaffe y un último refugio tropical para un puñado de náufragos de la vida. Establecimiento tan real como el viaje de Tennessee Williams a México en 1940. Destino: Acapulco. Aquí empieza una larga relación creativa que culmina dos décadas más tarde con el estreno de La noche de la iguana en Broadway. El Coste Verde ahora es un gran palafito entre palmeras instalado por Max Glaenzel en la Sala Gran del TNC. Un decorado con la magnificencia escenográfica que el público espera en este espacio.

Regresa así Carlota Subirós al mundo de seres quebradizos de Williams después de dirigir La rosa tatuada. Sorprende de nuevo, si se conoce un poco su bagaje personal, como sus puestas en escena poseen la pulcritud ortodoxa de una puesta en escena que podría satisfacer a los mejores escenarios anglosajones. Se podría intuir -y luego errar- que sus filias estarían más próximas a Endstation Amerika o Forever Young de Frank Castorf (adaptaciones de Un tranvía llamado Deseo y Dulce pájaro de juventud) y descubrir que se parecen mucho más al A Streetcar named Desire de Benedict Andrews para el Young Vic de Londres. Aún así, le acompaña Ferran Dordal -otro gran germanófilo- como dramaturgista y cuesta atisbar qué deriva dramatúrgica propia se plantea más allá de una posible purga de las erupciones freudianas del texto.

Preguntas que no cuestionan que La nit de la iguana sea una producción notable: gran puesta en escena, delicada reivindicación de la artesanía teatral y un elenco de lujo, con grandes intérpretes, como Lluís Soler, Antònia Jaume y Paul Berrondo, en papeles secundarios. Quizá se echa de menos un mayor sofoco ambiental, como si todo ese bochorno de los cuerpos y las psiques, ese abotargamiento de los sentidos se concentrara solo en el mayúsculo trabajo de Joan Carreras como el reverendo Shannon. Es una función -como todos los buenos montajes anglosajones- entregada a los actores y actrices. Con una Nora Navas que confirma con su interpretación empoderada de la libérrima Maxine Faulk que no hay personaje grande que se le resista. Con una Màrcia Cisteró excelente -cada vez más protagónica- que emana serenidad y resilencia en una Hannah Jelkes que se zafa de la imagen estereotipada de la mujer de sexualidad traumatizada. Sus escenas con Joan Carreras son un punto y aparte. También porque el autor eleva en estos pasajes la temperatura poética y metafísica de la obra. Y como está dicho, Joan Carreras regala una actuación soberbia, con una intensidad física y emocional trabajada escena a escena. Inestable, seductor, rabioso, atormentado, febril, irónico, manipulador; despojo humano y profeta iluminado de una nueva iglesia de un Dios de perros abiertos en canal.