La màgia del món digital ens submergirà en un univers visual fascinador ple d'escenes sorprenents. L'habiten tres ballarins extraordinaris que juguen amb imatges impossibles mentre desafien la gravetat.
Nova creació d'una companyia que l'any passat, amb les peces Hakanaï i Cinématique, ja va mostrar al públic barceloní les moltes possibilitats que ofereixen al món de l'escena les tecnologies digitals. Si ja aleshores feien petites incursions en el món del circ, ara hi tornen convertint els ballarins protagonistes en acròbates capaços de volar i travessar, així, un paisatge oníric recreat electrònicament i gairebé convertit en un personatge més.
La coreografia acrobàtica que interpreten els ballarins, el món digital on estan submergits i els sons que els acompanyen conformen un llenguatge escènic únic i permeten als intèrprets establir noves relacions amb el temps i l'espai. En els espectacles d'aquesta companyia innovadora, les imatges surten de les pantalles i ocupen l'espai central de l'escenari, de la mateixa manera que els protagonistes de la peça vencen la gravetat i s’escapen sense esforç aparent de la força d'atracció de la Terra per recórrer l'escenari en totes les seves dimensions. Un espectacle de gran bellesa que conjuga l'art i la tecnologia i que no només fa volar la imaginació, sinó també els seus intèrprets.
Mágico y sugestivo pero sin llegar a hipnotizar resultó Le mouvement de l’air el espectáculo creado por la compañía francesa que forman Claire Bardainne, artista plástica, diseñadora gráfica y escenógrafa y Adrien Mondot, un artista disciplinario, informático y malabarista. El trabajo de estos creadores entrelaza la danza y la técnica digital en simbiosis perfecta, creando imágenes de un gran efecto visual. En la edición del pasado año del Grec subyugaron al público con sus espectáculos Cinématique y muy especialmente con Hakanaï, interpretado por la exquisita bailarina japonesa, Akiko Kajihara.
En esta ocasión la propuesta de Claire y Adrien es para tres bailarines, Rémi Bossy, Farid-Ayelem Rahmuni y Maëlle Reymond, y su mensaje es más poético, incluso roza lo cursi, pero no tiene la fuerza de Hakanaï, eso que en Le mouvemente de l’air los bailarines vuelan por el escenario, su desafío a las leyes de gravedad resulta impactante para el espectador, pero los actuales montajes de danza contemporánea o los de circo ya le han acostumbrado a este tipo de imágenes. Es triste comprobar que con el rápido avance de las técnicas digitales cada vez sea más difícil sorprender al público.
En Le mouvement de l’air dos pantallas verticales de gasa blanca y una pista de baile también de color blanco se combinan de forma asimétrica para crear un sistema de proyecciones que crea universos geométricos, realistas y oníricos, mientras que los tres bailarines flotan por el espacio subiendo hacia el cielo, o descendiendo hacía la tierra. Hay imágenes hermosas como la lluvia de objetos geométricos o de hojas de papel blanco. Sin embargo la más impactante es la proyección de un tornado en cuyo epicentro se ve un bailarín girando sin parar como un derviche o la lucha de unos de los bailarines voladores con una especie de monstruo, parecía un San Jorge moderno luchando con un dragón.
En cuanto al vocabulario gestual, a pesar de estar formado por frases coreográficas sencillas, resulta de una gran expresividad y emoción. Magnifica la música original de Jéremy Chartier, que el propio autor interpreta en directo, en especial los fragmentos a la guitarra eléctrica.