Les roses de la vida

informació obra



Intèrprets:
Enric Cambray, Roc Esquius, Gemma Martínez, Núria Sanmartí
Ajudantia de direcció:
Antonio Calvo
Autoria:
Queralt Riera
Companyia:
Nuqart
Sinopsi:

Un jove emprenedor ben especial, propietari d'una petita empresa de càtering "creatiu", es presenta a la consulta d'un jove i reputat terapeuta perquè li resolgui el seu problema: s'ha enamorat apassionadament, malaltissament, d'una persona de qui no hauria hagut d'enamorar-se i això no el deixa viure. El terapeuta, minuciós, molt professional, comença a interrogar-lo però l'emprenedor esclata a xerrar pels descosits i a embolicar la truita fins que aconsegueix fer perdre els estreps al terapeuta. Aquest, desolat per haver sacrificat aquell mateix matí el seu gos, únic ésser viu que sembla haver estimat a la vida, es debat entre la irritació que li causa el seu pacient i el morbós interés que, al mateix temps, li suscita.

Poc després, en el despatx d'una important i temible presidenta d'un país no gaire llunyà, una secretària estranya i malcarada descobreix el secret íntim i pervers que la dona amaga i que sembla que pot tenir un lligam directe amb el terapeuta i el pacient... 

Crítica: Les roses de la vida

14/09/2018

Un Carpe Diem en modo repeat

per Elisa Díez

Con una promesa de un buen rato de risas a base de teatro del absurdo, un género tan olvidado como denostado, pero al que agarrarnos cuando vivimos en tiempos en que si nos lo tomáramos todo al pie de la letra, la vida sería muy aburrida. Aquí hemos venido a hacer todo lo contrario. Un Carpe Diem en modo repeat continuo hasta que la cuerda aguante.

(...)

El engranaje de Les roses de la vida funciona basándose en unos pilares de sobra conocidos. Uno, quizás es más importante, es un continuo juego de palabras, de lenguajes, donde el habla coloquial se da de bruces con una manera de expresarse con toques arcaicos y rimbombantes que causan la risotada general. En este sentido también choca una pedantería de uno de los personajes que desmonta cualquier argumento en contra y ante el cual es imposible que no se te escape la risa.

Otro de los pilares imprescindible de cualquier comedia es tener un reparto de primera y aquí queda demostrado con un Enric Cambray que domina la escena y que se siente como pez en el agua con un personaje, afectado por naturaleza, que le sienta mucho mejor, para ser sinceros, que el traje rosa. Las tablas juegan a favor para que Cambray consiga sacar todo el jugo a su variopinto personaje. En la parte femenina destaca Gemma Martínez que, a pesar de tener un personaje que roza y supera de largo el tópico de mujer poderosa y odiosa, consigue que el público empatice con ella con un monólogo descriptivo (hasta aquí puedo leer) que deja a la platea boquiabierta dispuesta a aplaudir con las manos abiertas.

(...)

Surrealismo en estado puro, a veces excesivo (como la escena tan superflua y totalmente prescindible del perro) pero que provoca que durante 80 minutos no dejes de reírte y abandones los problemas a la puerta. Si te quieres enamorar o no eso ya lo tendrá que decidir el público una vez salga por la puerta. De momento, cerramos el paréntesis y nos quedamos con eso de vive y deja vivir.