Lucia di Lammermoor

informació obra



Direcció:
Damiano Michieletto
Escenografia:
Paolo Fantin
Vestuari:
Carla Teti
Il·luminació:
Martin Gebhardt
Producció:
Opernhaus Zürich
Interpretació musical:
Orquestra Simfònica Gran Teatre del Liceu, Cor Gran Teatre del Liceu
Intèrprets:
Elena Mosuc / María José Moreno, Juan Diego Flórez / Ismael Jordi, Marco Caria / Giorgio Caoduro, Simón Orfila / Marko Mimica, Albert Casals, Jorge Rodríguez Norton, Sandra Ferrández, Isak Férriz, Marina Fita
Sinopsi:

Clans enfrontats. Passió i bogeria

Escòcia. Entre dos clans enemics, neix l’amor. Lucia i Edgardo es juren en secret un vot de matrimoni. El germà de Lucia, per allunyar-la del rival, li fa creure que Edgardo l’ha oblidat i la fa casar amb un altre. Ella embogeix, mata el seu marit i finalment també mor. Edgardo al conèixer la notícia es suïcida per retrobar-se amb la seva estimada.

Debut mundial de Juan Diego Flórez en el rol de Edgardo, a la segona òpera més representada de Donizetti.

L’escenografia basada en una torre inclinada de vidre, és un paisatge de destrucció i desolació, recordant que el país està en guerra, esquinçat per les ambicions dels clans rivals.

Òpera en tres actes. Llibret de Salvatore Cammarano, basat en la novel·la The Bride of Lammermoor de Walter Scott Estrena el 26/09/1835 al Teatro San Carlo de Nàpols. Estrena a Barcelona el 22/09/1838, al Teatre de la Santa Creu. Estrena al Liceu el 15/09/1859. Darrera representació 04/12/2006. Total representacions al Liceu: 277

Crítica: Lucia di Lammermoor

18/12/2015

Lucia de Lammermoor en el Liceo

per Enid Negrete


Lucia di Lammermoor es una de las ópera más famosas del repertorio italiano y una de las favoritas del público asiduo a la lírica. De hermosas y complejas arias, concertantes majestuosos y el famoso sexteto (parte de la ópera escrita para una agrupación vocal que tan poco frecuente es en la ópera), esta obra no deja nunca de ser un gran reto para sus intérpretes y realizadores.

En este caso, el centro de la atención no era la intérprete del papel titular, sino Edgardo Ravenswood, el papel para tenor que Juan Diego Florez canta por primera vez. Habíamos leído y escuchado muchas dudas sobre si era un papel para la vocalidad de este tenor, especialista en la pirotécnia vocal de Rossini, Mozart y el primer Donizetti. La verdad es que, desde la primera frase, yo y muchos de los asistentes a la función del lunes pasado quedaos prendados de su trabajo interpretativo, como siempre. Las dudas de muchos otros se terminaron de disipar después del recitativo y aria Tombe degl'avi miei… donde encontramos que más allá de los agudos espectaculares que siempre nos han encantado, había una interpretación emotiva y profundamente dolorosa de este personaje, con frases bellísimas y estilísticamente perfectas. La cabaletta fue insuperable.

¿Qué es lo más impresionante de este cantante? ¿La voz aterciopelada? ¿El fraseo perfecto? ¿La elegancia del estilo? ¿Su presencia escénica? Lo impresionante es que tenga todo eso y lo pueda incluir en una construcción de personaje tan personal como perfecta.

Evidentemente fue el triunfador de una noche en la que lo secundaron una soprano correcta pero sumamente fría, cuya actoralidad se acercaba muy peligrosamente a los amaneramientos inverosímiles del culebrón, y un barítono de una hermosa y profunda voz, pero que actoralmente padecía una rigidez recalcitrante.

El problema de un papel como el de Lucia, es la enorme cantidad de interpretaciones referenciales que se han hecho en los dos siglos en los que se han podido grabar y dejar registro de trabajos tan emblemáticos como el de Lina Pagliughi, Maria Callas, Joan Sutherland, y más recientemente Anna Netrebko y Natalie Dessay, quienes, además de su técnica perfecta, le han dado un giro psicológico de 180 grados a este papel. Simplemente, hay que pensar qué significa cantar ese papel en el Liceo, cuando la última vez que se representó esta ópera su protagonista era Edita Gruberova.

 La verdad es que Elena Mosuc cumplió con el papel, pero no dejó su huella interpretativa en él. Había algo de arcaico en su emisión vocal y en su actuación escénica. Eso mismo le pasaba al barítono Marco Caria, poseedor de una hermosa voz, pero con un enorme problema para dar los matices emotivos de este personaje antagónico.

La puesta en escena era muy pobre de ideas y de estética, con un manejo de actores muy tradicional y poco imaginativo. Había momentos rayando el humor involuntario, como el baile del coro antes de la escena de la locura, donde se veía que los cantantes del coro era conscientes de lo ridículos que se veían moviéndose como en una discoteca al ritmo de la orquesta donizetiana. Sin embargo, cuando insertaba acciones secundarias realizadas por actores mudos, la escena cobraba una vida especial y el suicidio de la protagónica fue, quizá, el momento más bello escénicamente logrado.

Los que sólo fueron a escuchar a Juan Diego Florez salieron por demás satisfechos, lo que creemos en la ópera como un todo, no.