“Els dorments i els morts són pintures, tan sols: només els nens tenen por del dimoni dibuixat.”
William Shakespeare (Macbeth, acte II, escena II)
La història d’amor entre Verdi i Shakespeare començava amb Macbeth, una obra considerada com “una de les millors creacions de la mà de l’home”. Verdi sentia devoció per l’obra de Shakespeare i aquesta és la primera òpera en què s’hi basà. A partir de la tragèdia, volia assolir “quelcom extraordinari”. Per a Jaume Plensa, ocupar el Macbeth de Verdi-Shakespeare ha estat un somni de joventut. Quan Gerard Mortier li va preguntar a Salzburg quin títol volia dirigir, no ho va dubtar. Haurà hagut d’esperar 25 anys per fer del somni una realitat.
Les bruixes profetitzen que Macbeth serà el proper rei d’Escòcia, i Lady Macbeth empeny el destí assassinant l’actual rei. Els vaticinis de les bruixes porten Macbeth a ser sanguinari amb amics i rivals, fins que sol i furiós s’enfronta a la darrera batalla, en la qual acaba morint. Un duet de dramàtica intensitat i autoritat vocal per defensar els rols principals de l’honest general empès a l’assassinat i l’engany per l’ambició sense mesura de la seva esposa.
Una de les frases més fascinants de tota l’obra —“Sleep no more”— ens explica que, amb l’assassinat, Macbeth no només ha matat algú, sinó que també ha acabat amb la possibilitat de dormir tranquil la resta de la seva vida. Paraules que han perseguit des de la infància Jaume Plensa. La poderosa presència estètica i ritual de Jaume Plensa, on posarà en moviment tot el seu univers iconogràfic, és l’escenari ideal per a aquest drama fosc, teatral i ple d’energia demoníaca, que estarà magistralment dirigit pel mestre Josep Pons.
Como siempre que un director innovador intenta dar una visión propia de una ópera tradicional, la polémica se desata. No tan alarmante o insultante como en la Tosca pasada, pero siempre claramente manifiesta.
La producción de Plensa tiene grandes aciertos, algunos aspectos muy creativos y una estética limpia. Nada de esto puede observarse si el espectador solo está echando de menos lo que quería ver y no se abre a la posibilidad de ver lo que le ofrecen.
Líneas puras, limpieza escénica, manejo estético del espacio y del color, es lo que nos ofreció este director. Una coreografía excelente de Antonio Ruz, que nos llevó (mucho más que la música) por ese mundo de espíritus, magia y enfermedad del alma, fue uno de los regalos de esta puesta en escena. ¿Quizá es muy elemental pensar que las consultas a las brujas se definan con un signo de interrogación? ¿Quizá es un planteamiento más frío de lo que esta partitura necesita? Puede ser.
El vestuario no ayudaba a la creación psicológica de los personajes y de hecho, en algunos cantantes, realmente la complicaba. Ciertamente este es el aspecto más débil del montaje. Pero de ahí a descalificar este trabajo, sinceramente, no me parece coherente.
Antes hay mucho que criticar de la partitura, que crea atmósferas muy poco creíbles y que deja ver que es la primera vez que Verdi se enfrenta a una obra de esta complejidad dramática, cosa que lo obliga a ir por senderos poco conocidos, en muchos casos con hallazgos extraordinarios (por ejemplo la escena del sonambulismo que no es una aria al uso) y en otros bastante erróneos, como un final sin los dos protagónicos y con un anti clímax importante.
Pero donde no puede haber polémica es en el trabajo de Sondra Radvanovsky como Lady Macbeth. Cada frase, cada gesto, cada matiz tienen un sentido dramático. Que terrible mujer, que amante de su marido y que culpa espantosa la mata. Un gran acierto haber dejado el escenario vacío para su primer aria: Ella sola nos hizo pasar por todas las emociones de la soberbia, la maquinación inteligente y las ansias de poder, sin artificio alguno. Después de su escena de sonambulismo uno tiene la sensación de seguir oyendo su pianísimo final para siempre. Precioso, delicado y fino trabajo el de esta soprano.
Luca Salsi hace un excelente Macbeth, cumpliendo con todas las exigencias de este tremendo personaje. Se debe destacar también el trabajo de Erwin Shrott (excelente Banquo), así como de Fabian Lara y Francesco Pio Galasso, ambos poseedores de hermosas voces de tenor, que se quedan cerrando la ópera en ese anticlímax de supuesta anagnórisis.
Un espectáculo estéticamente hermoso, de muy buena calidad.