El número tres és perfecte per a Tosca. Tres escenaris en la Roma del 1800, tres personatges principals (Tosca, Cavaradossi i Scarpia) i les tres regles del teatre clàssic –acció, espai i temps– sorprenentment implícites en una obra que inaugura el segle xx. Paco Azorín ha volgut transportar aquesta idea a una altra dimensió. La seva posada en escena –dominada per un gran retaule d’aclaparador realisme– recorre tres segles (el de la trama, el de la creació de l’òpera i el del públic) per mostrar tres nivells de lectura de l’òpera de Puccini, un per acte. La seva Tosca comença com una peça realista, evoluciona envers una esfera simbòlica i acaba amb una visió metafòrica d’aquesta història de passions. Escenaris per a qualsevol mena de passió de la contradictòria naturalesa humana, des de l’amor al poder, sempre expressada amb vehement violència.
Melodramma en tres actes. Llibret de Giuseppe Giacosa i Luigi Illica sobre el melodrama La Tosca de Victorien Sardou (1831-1908). Música de Giacomo Puccini. Estrenat el 14 de gener de 1900 al Teatro Costanzi de Roma (actual Teatro dell’Opera). Estrenat al Gran Teatre del Liceu el 30 de març de 1902. Darrera representació al Gran Teatre del Liceu, el 21 de juny de 2004. Ara es presenta una nova coproducció amb l'acord del Liceu i el Maestranza de Sevilla.
9 de junio de 2019
La reposición del montaje de Azorin es un éxito. Su producción es hermosa, efectiva y, aunque en algunos momentos la acción no corresponde al ambiente y tono que propone la partitura, la verdad es que, en general, es una producción digna de recordar. El uso del mismo dispositivo escénico en diferentes posiciones, una iluminación muy creativa e inteligente, así como puntos de vista nuevos en las acciones de los personajes, son algunos de los grandes aciertos de esta puesta en escena.
Es de destacar el trabajo actoral y vocal de Erwin Shrott en el Scarpia más maniático y manipulador que se ha visto en muchos años. Realmente fue el mejor intérprete de la noche, con una creación de personaje creíble e interesante. Siempre es de agradecer que podamos ver a un intérprete tan completo.
Liudmyla Monastyrska posee una voz extraordinaria en tamaño y belleza, sin embargo los agudos empiezan a tener un vibrato muy amplio, algunos momentos estaban claramente dentro de la estridencia y el fraseo no estaba tan relacionado con la emotividad que requiere el personaje. Por su parte Jonathan Tetelman es un tenor con una presencia escénica envidiable, pero cuya voz no sobrepasa siempre a la orquesta, lo cual en un personaje como el de Cavaradossi puede ser realmente un problema. Esto hizo que los tres personajes centrales de la ópera estuvieran muy desequilibrados, lo cual en una obra como esta, donde los demás personajes son muy pequeños y casi todos co-primarios, se vuelve un déficit importante.
De entre los papeles secundarios hay que destacar el trabajo del experimentado Stefano Palatchi en el papel de Cesare Angelotti, tanto actoral como vocalmente. Por otro lado, esta función contó con una orquesta muy correctamente dirigida John Fiore, un coro acertado y un eficiente grupo de actores, lo que terminó por hacer de este espectáculo una agradable tarde de ópera sin sobresaltos.
8 Marzo 2014
Lo más común es oír que la ópera, como toda la cultura, está en crisis. El espectáculo más caro y el más complejo de organización no puede salvarse de la sensación de desastre que se vive en nuestros días. Si además de la crisis económica, escuchamos a los aficionados que hablan de la decadencia de la técnica vocal o de cómo ya no tenemos voces como las de antaño podemos pensar realmente en un proceso de decadencia.
Sin embargo, y aunque hay mucho que reflexionar al respecto, cuando vemos funciones como la del estreno de la nueva producción del Gran Teatro del Liceo de Barcelona nos damos cuenta de que la ópera está viva y en plena forma.
¿Voces grandes, hermosas y que saben cantar? Aquí tenemos a Sondra Radavanovsky y a Ambrogio Maestri para demostrar que los secretos de la gran técnica no están perdidos, simplemente que la grandeza vocal en todas las épocas es escasa y que necesita mucho tiempo, además de mucho trabajo.
Lo que estos cantantes hicieron en la noche del estreno es muy difícil de escuchar. Su trabajo sobre el escenario dejó claro que para ellos Tosca es mucho más que una obra con arias difíciles; lo de menos era cómo interpretaban sus partes solistas (que fueron impresionantes) lo que realmente marcó la diferencia es que cada frase que cantaron tuvo sentido musical y dramático. Voces gigantes sí, que llenaban el teatro y hacían crescendos infinitos que ni los demás solistas, el coro, ni la orquesta podían opacar, pero que además, fraseaban con una elegancia y una maestría digna de los grandes artistas y que crearon algunos de los momentos más electrizantes que hemos podido vivir en una noche de ópera.
La noche no estuvo exenta de noticias, la primera el triste deceso de Gerard Montier, ex director del Teatro Real de Madrid y la sustitución del tenor Riccardo Massi por enfermedad, dejando al canario Jorge de León a cargo del papel de Mario Cavaradossi. Poseedor de una voz hermosa con unos agudos muy seguros, el mayor defecto que se puede mencionar es que su fraseo es desigual y a veces golpeado, esto, evidentemente, contrastaba mucho con el delicado trabajo de los otros dos protagonistas. Aún así, con el paso de la función su desempeño mejoró y la función no perdió su carácter de memorable.
En cuanto a la puesta en escena (que ya se está volviendo una tradición que los abonados silben al director de escena, haya razón para ello o no) planteaba una estética interesante, con juegos de perspectivas y el ambiente de obra de arte que tienen los edificios romanos que se mencionan en la obra; pudimos ver una iluminación creativa y algunos cambios escénicos muy inteligentes. En donde creo que existen más problemas fue en el trazo escénico, porque en muchos momentos se notó la falta de organicidad y comodidad de los solistas. Esto denota siempre falta de experiencia en el trabajo con cantantes o en la escena de la ópera. Aún así hubo imágenes muy bien logradas como el final del Te Deum y el suicidio de la protagonista.
Es sumamente recomendable este espectáculo. Verlo significa tener una muestra de cómo la ópera sigue aquí, viva, compleja y apasionada, como hace 400 años.
Tosca y su segundo elenco
Como en toda ópera conocida popularmente, Tosca contó con más de un elenco para sus representaciones. El 9 de marzo se presentó el segundo cast de la nueva producción.
Las funciones de Tosca en esta temporada del Gran Teatro del Liceo han estado llenas de anuncios antes de comenzar. En la función del 8 de marzo, se retrasó el inicio por las protestas contra la política cultural que los trabajadores del Liceo hacían en las Ramblas. También tuvo que anunciarse el cambio de tenor por la enfermedad de Riccado Massi y por último, en la función del 9 de marzo se dio a conocer la noticia de la muerte de Gerard Montier, ex director artístico del Teatro Real de Madrid y uno de los impulsores más importantes de la renovación operística de los últimos años.
El segundo reparto estuvo encabezado por Martina Serafin y Scott Hendricks, (ambos profesionales ya conocidos en el teatro, por sus participaciones en temporadas anteriores) además del tenor originario de Albacete, José Ferrer, quien vino a cantar esta función a consecuencia de la cancelación antes mencionada.
La soprano vienesa Martina Serafin hizo de Tosca una muy buena interpretación, con una vocalidad y una actoralidad muy seguras, la única cosa que lamentamos es que su suicidio no fuera de espaldas como su colega la Radvanosky proque se pierde uno de los mejores efectos de la puesta en escena. A su lado Scott Hendricks, logra darle al personaje de Scarpia toques irónicos y una elegancia muy interesante.
José Ferrero fue el solista que se vio más inseguro, tanto musical como actoralmente por obvias razones, pero a pesar de ello hay que alabar su entrega emotiva en las arias, sus excelentes agudos y su valor para afrontar un papel tan complejo como Cavaradossi de manera inesperada.
De los demás solistas destaca el trabajo de Valerio Lanchas en el papel de Sacristán (que cantó con una voz grande, redonda y una excelente dicción) y el Angelotti de Alessandro Guerzoni, cuya voz oscura le dio un dramatismo muy interesante al personaje.
La orquesta hizo una muy buena interpretación bajo la batuta de Paolo Carignani, que hubiera sido excelente sino fuera por algunas desigualdades de los cornos.
Como mencioné en la crítica del primer elenco, la puesta en escena tiene una concepción estética muy interesante y novedosa, pero también con este elenco, el trazo escénico no siempre es cómodo para los cantantes y eso se nota en su interpretación.
En cualquier caso, este elenco también es un gran aliciente para asistir a esta ópera llena de pasiones y emociones límite.