Tristan und Isolde és la culminació de l’ideari artístic de Wagner. Una òpera que va revolucionar, amb la seva ambigüitat harmònica, la música tonal. L’obra és, alhora, la traducció musical de la filosofia nihilista d’Arthur Schopenhauer. Àlex Ollé (La Fura dels Baus) concentra l’acció escènica en el llenguatge simbòlic, amb un treball excel·lent de caracterització dels personatges. L’escenografia d’Alfons Flores i les videoprojeccions de Franc Aleu contribueixen a la materialització de l’ideal wagnerià de l’«obra d’art integral» gràcies a unes imatges que sustenten i subratllen el llibret i la música. Iréne Theorin i Stefan Vinke, indiscutibles triomfadors al Liceu com a Brünnhilde i Siegfried, respectivament, a Der Ring des Nibelungen, tornen a Barcelona al costat d’un equip ideal per a aquesta òpera.
Con base en un poema germánico del siglo XIII, que a su vez se refería a una antigua leyenda Celta, el libreto de Tristán e Isolda es una de las obras de referencia del texto operístico, por no hablar de su composición musical influenciada por dos aspectos esenciales de la filosofía de Schopenhauer: la negación de la vida como la única posibilidad de existencia y el erotismo como su motor.
Hay muchos estudiosos que relacionan esta obra con la propia biografía de Richar Wagner(1813-1883), quién en estos años estaba teniendo una relación con una mujer casada. Al parecer estas dos experiencias vitales (el enamoramiento y el encuentro filosófico con su compatriota) han sido las raíces de una de las obras cumbre de la ópera del siglo XIX. A lo largo de los años muchos autores han alabado las características únicas de esta ópera de cuatro horas y media de duración.
En este caso es Alex Ollé, de la Fura dels baus, quién se hace cargo de una producción hermosa. Nos hace una propuesta alejada de los grandes efectos especiales que caracterizan a esta compañía tan innovadora, y se centra en una escenografía limpia, oscura y espectacular. Cambios muy sutiles y constantes tanto de luz como de escenografía, cicloramas casi realistas en su trabajo de iluminación, además de giros escenográficos que nos dejaban ver el mismo espacio desde diferentes puntos de vista, quitaron mucho de la ya conocida naturaleza estática de Wagner.
Uno de los grandes aciertos de la dirección de escena es el refuerzo escénico de los leit motive de la obra, con sutiles cambios que se acoplan perfectamente a una música tan larga. Un placer, como siempre, ver el trabajo de esta compañía teatral; aún cuando el espectador no sea muy aficionado a los exabruptos wagnerianos e incluso cuando hay escenas con excesiva cantidad de imágenes pero necesarias cuando se tiene que sostener la tensión dramática en un tiempo tan prolongado..
Disfrutamos de un elenco bastante homogéneo, más eficiente en la parte vocal que en la escénica, pero no se puede dejar de mencionar el trabajo impecable de Iréne Theorin, que hace de este personaje tan difícil, una de las mejores interpretaciones que pueda recordarse e los últimos años y de Stefan Vinke quees un Tristán de grandes capacidades vocales y que logró una función redonda.
El trabajo de la orquesta bajo la batuta de Josep Pons es una confirmación de la efectividad de este director, cuidadoso, eficiente y emotivo.
Es un espectáculo oscuro e interesante y muy recomendable para quien se acerque a Wagner por primera vez.