Unes abraçades insuportablement llargues

informació obra



Direcció:
Ferran Utzet
Intèrprets:
Paula Malia, Alba Pujol, Martí Salvat, Joan Solé
Interpretació musical:
Jordi Busquets
Il·luminació:
Guillem Gelabert
So:
Guillem Rodríguez
Vídeo:
Francesc Isern
Vestuari:
Giulia Grumi
Escenografia:
Ignasi Camprodon
Producció:
La Perla 29
Sinopsi:

Aquesta és una història que passa entre Nova York i Berlin. El Charlie, la Monica, l’Amy i el Krystof tenen entre trenta i quaranta anys i se senten atrapats en una vida que no els satisfà. Desesperats, emprendran un viatge als inferns per fugir d’una buidor que no saben com superar. Guiats per una misteriosa veu, les seves històries s’entrecreuaran i intentaran aprendre què vol dir estar vius.

Una faula fantàstica i descarnada d’Ivan Viripàiev, una de les veus més originals del teatre contemporani, que es presenta per primera vegada a Catalunya.

Crítica: Unes abraçades insuportablement llargues

02/05/2022

Iván todopoderoso

per Juan Carlos Olivares

Abraçades insuportablement llargues de Iván Iripaev y Animal negro tristeza de Anja Hilling tienen a primera vista poco en común, excepto la explícita impronta todopoderosa del autor sobre el devenir trágico de sus personajes. Y es en este absoluto de demiurgo implacable donde reside su máximo atractivo, sobre todo si el director comulga sin distancia con el slasher metafísico. También comparten la prioridad de los recursos literarios sobre los mecanismos dramáticos. Poco más importa en unas obras en las que los personajes son meros instrumentos de una reformulación extrema de la tragedia clásica. Iripaev es quizá aún más radical y los utiliza como cuerpos sacrificiales de una rapsodia poética.

Seres relativamente opacos, más por un buscado desinterés del autor que por una ambición de misterio. De Amy, Charlie, Christophe y Mónica descubrimos sus conexiones personalesque son casi todos nómadas (Serbia, Polonia, Chequia) y que una fuerza con nombre y apellido y origen ruso -el autor- los arremolina en Nueva York y Berlín. Dos ciudades ellas mismas mitificadas y mistificadas hasta el cliché. Decorado perfecto que no exige más detalle para hacerse familiar al espectador. La información sobre sus quehaceres personales o profesionales es nimia. Su pasado casi ignoto. Sus personalidades intrascendentes. El foco del drama está puesto sobre las dependencias y traumas que los debilitan, los deseos que los atrapan y el manipulado azar que los enreda en una telaraña mortal.

Marionetas de una conspiración lírica-teatral a disposición de un público que sigue sus desventuras como un friki la guadaña de Destino final. Un artificio que Iripaev riza hasta lo inconcebible al introducir como quinto personaje una voz extraterrestre, una consciencia universal. Un ser galáctico, que se expresa con sentencias y guías de un gurú de la new-age. Hipsters y Dios. Combinación insólita. Tan estrafalaria que sólo se puede aplaudir la osadía; el desdén por lo verosímil para imponer la embriaguez de las palabras y su musicalidad como principales sustitutos del motor dramático. A expensas de esa dimensión literaria se puede hacer pasar a los personajes por cualquier trance.

Ferran Utzet ha orillado la tentación de la ironía. Ha asumido el texto de Abraçades insuportablement llargues con todas sus consecuencias, subrayando la narratividad, acentuando la distancia de los personajes, constantemente viajando entre la primera y la tercera persona. Se toma muy en serio la separación física entre los intérpretes, la ausencia casi total de contacto -incluso visual-, la descarnada descripción de las escenas de sexo, el ciclón melodramático, la aparición de delfines parlantes, serpientes negras que invaden corazones, flores rojas que batallan por abrirse en el interior de las personas, y la indisimulada banalidad de las sentencias filosóficas. Una versión indie de Virgilio en el infierno de Dante. Más aún, el cuarteto interpretativo (Paula Malia, Alba Pujol, Martí Salvat Morin, Joan Solé Martí, acompañados por la guitarra atmosférica de Jordi Busquets Rovira) se contagia de esta seriedad y una extraña intensidad acaba por dominar la Biblioteca, casa de La Perla 29.

Utzet y la compañía se creen a pie juntillas una obra que lo tiene todo para descarrilar en el sinsentido, como de alguna manera también ocurre con el texto de Hilling. Es la radical contradicción entre la forma y el fondo la que eleva la función a un lugar que ni el propio espectador se espera. Al final aplaude y lo hace convencido sin saber exactamente qué es lo que premia. Gratificación sincera y al mismo tiempo perturbadora. Debe ser una reacción motivada por algo más que la fuerza emocional -como quien se tira a la piscina sin importar si hay agua- que transmiten actores y actrices o el psicodélico espacio etéreo que Guillem Gelabert y Francesc Isern crean con su iluminación, láseres y vídeos. Un tripi en tres dimensiones que no requiere la ingesta de nada para expandir la experiencia de las palabras, como el viaje final de 2001: una odisea del espacio. Y son éstas la auténtica prueba de carga de la obra y quizá por lo mismo habría que reservar un espacio de mérito a la traducción de Miquel Cabal.