Aquest col·lectiu, compromès amb els nous llenguatges escènics, recrea l’amagatall més famós de la història: una casa qualsevol d’un barri indiferent al Pakistan. I es pregunta si, a força de superposar-se a la realitat, les còpies poden acabar substituint-la.
La casa on s’amaga Geronimo a Abbottabad. Una còpia exacta d’aquesta casa en una base militar de Carolina del Nord. Una altra còpia d’aquesta casa a Jordània, on es filma una pel·lícula. L’operació de recerca i captura més gran de la història. Un xèrif obsessionat amb una balena blanca. Els nois de Take That entrenant-se per a una missió històrica. Indis i cowboys. Avions i cerveses. Còpies, reflexos, imitacions i hamburgueses.
A través del seu llenguatge amb marca registrada (maquetes, videoprojeccions, manipulació de vídeo en temps real i voluntariosos performers) l’Agrupación Señor Serrano presenta un western escènic on la realitat i les seves còpies es mesclen, dibuixant un retrat despietadament pop de la dècada posterior a l’11-S i que va donar pas al segle XXI. Passin i vegin la proposta més nova d’un col·lectiu de creadors que té seu a Barcelona i disposa d’una sòlida projecció internacional.
Premi de la Crítica 2014 en la categoria de noves tendències.
Ellos mismos –ellos son la Agrupación Señor Serrano– se ven como un grupo de amigos que a sus casi cuarenta años siguen jugando con muñequitos de plástico y maquetas. Que sigan así, que sigan ese camino de perfección de un arte que la mayoría abandona a los once años: explicarse a través de la reproducción en miniatura de los paisajes necesarios para desplegar nuestra fantasía o nuestros deseos ocultos, como dominar el mundo. Ellos van más allá y con sus universos a escala y un uso impresionante de la tecnología al alcance de cualquiera (una cámara digital, pantallas de móvil o Tablet, dispositivos de video-juegos de simulación) crean espacios para explicar los mundos que compartimos, para destapar la fragilidad de la realidad oficial, trasmitida como un virus por el imperio que domina los códigos colectivos de comunicación y relación. Hollywood como el centro de una cosmovisión universal, que igual adapta la conquista del Oeste a sus necesidades ideológicas, como convierte la muerte de Bin Laden en un bucle de realidades paralelas, en la que termina por ser intrascendente cuál de las imágenes compartidas son las reales o las ficticias. El cuerpo del enemigo número 1 de la humanidad se perdió en el mar para siempre y destruidas las tres casas que protagonizaron el capítulo final de su captura: la auténtica en Pakistán, la construida en Carolina para preparar el asalto, y la levantada en Jordania para la película de Bigelow. Ni rastro de lo material. Sólo quedan las imágenes. Lo virtual. Todas idénticas y sólo una real. A House in Asia es un gran espectáculo sobre la ficción que nos rodea y nos condiciona y una gran reflexión –cargada de ironía y crítica– sobre como las obsesiones de una sociedad que se convierten en la cruzada de medio mundo.