Billy Elliot. El musical.

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BILLY ELLIOT El Musical, un dels espectacles més apassionants del món, arriba al Teatre Victoria de Barcelona després d’onze anys a Londres, quatre a Broadway i tres a Madrid.

El musical narra la història del jove Billy, nascut en una ciutat del nord d’Anglaterra en la qual els homes practiquen la boxa i treballen en la mina. Cap d’ells balla ni alberga ambicions de presentar-se a la Royal Ballet School. Però Billy és diferent. Criat per un pare vidu, sense l’afecte d’una mare, a Billy no li agrada la boxa però està captivat per la gràcia i la meravella del ballet. Amb fèrria determinació lluitarà per a aconseguir els seus somnis, retornant la unió a la seva família i la fe a una comunitat devastada pel convuls final de la indústria minera britànica.

Crítica: Billy Elliot. El musical.

14/10/2021

Sueños, ballet y política

per Juan Carlos Olivares

Hasta que llegó el fenómeno de Hamilton, reinaba Billy Elliot. La película de Stephen Daldry, adaptada al teatro con música de Elton John. Heredera de la exitosa fórmula de Full Monty: reunir en una misma trama denuncia social, comedia y realización personal. Un musical que iba más allá del filme y sorprendía por la reivindicación de la solidaridad sindicalista y la crítica mordaz al neoliberalismo de Margaret Thatcher. Contenido político inesperado también para el público que el pasado domingo llenaba el Teatre Victòria para disfrutar ante todo del emotivo relato de un niño que cumple con su sueño de ser un gran bailarín, a pesar de todo y todos. Un público confiado en los tópicos de la ligereza del género y el protagonismo de inocentes jóvenes intérpretes que -¡oh sorpresa!- sueltan tacos sin complejos. Lenguaje grueso disculpado y contextualizado. ¡Faltaría más!

La versión de David Serrano además ahonda en el sesgo social del libreto de Lee Hall. A veces en positivo, como en “Merry Christmas, Maggie Thatcher”, introduciendo con ironía el gigantismo amenazante del cine kaiju japonés. A veces no tanto, como en “Expressing yourself”, auténtica fiesta drag preadolescente invadida al final por el espíritu satírico de Spitting Image. Pero además de conciencia y violencia de clase, la función ofrece suficientes números musicales memorables para que público se levante entusiasmado de sus asientos sin adentrarse en laberintos de conciencia. Porqué en el Victòria se ha instalado una notable adaptación del montaje de Londres, el mismo que triunfaba en Madrid desde 2017. Buen reparto, encabezado entre los adultos por Natalia Millán. Una Mrs. Wilkinson con el punto exacto de herido sarcasmo de quien está de vuelta de todo. Entrañable la abuela de Teresa Guillamón. Otro de esos personajes rotos (una demencia en ciernes) que no parecen encajar en un musical pero que aportan humanidad y realismo.

El domingo el personaje protagonista recaía sobre Max Vilarrasa. Quizá el mejor ejemplo de lo lejos que se ha llegado y el largo camino que queda por recorrer. Y “Electricity” es el número que lo resume: gran presencia como bailarín, correcto como actor y menos como cantante. Quizá la edad le impida ya controlar las notas de una voz blanca. En cambio, es el perfecto compañero de Ángel Olaya (Michael) en ”Expressing yourself”. El gran número de la función, perfectamente defendido en solitario por dos chavales. Con qué soltura celebran la diversidad, actúan como comediantes de vaudeville y se montan una coreografía puro Broadway clásico. Ambos se exhiben con el claqué, pero Olaya resuelve además con brillante naturalidad y gracia un personaje complejo.