Potser no ho heu pensat mai, però la paraula neteja té, des dels temps del nazisme, una connotació sinistra. Les neteges ètniques, les operacions policials destinades a "netejar" una zona de delinqüents... Aquestes expressions prenen una nova dimensió amb la crisi que afecta Grècia i que ha propiciat l'aparició d'una gran pressió contra la comunitat immigrant. Aquesta comunitat que alguns voldrien "netejar", i en concret les dones immigrants, s'ha fet càrrec de netejar Grècia, aquest cop en el sentit més literal. I, ara, són elles les que pugen a l'escenari per explicar les seves històries i oferir-nos la visió que tenen del país que les ha acollit. Una dona filipina, una soprano de Moldàvia, una albanesa, una sud-africana casada amb un grec i una dona búlgara ens conviden a compartir les seves experiències i ens mostren els canvis radicals que ha experimentat el món del treball a Grècia en els últims anys. Sí, potser el missatge de fons no és amable, però es transmet a cop d'enginy i bon humor, aconseguint fer divertides les situacions més dures.
Anestis Azas i Prodromos Tsinikoris són autors de peces com ara Telemachus ‐ Should I Stay or Should I Go?, on posaven en contacte les joves generacions gregues amb la vella generació d'immigrants que van anar a treballar a Alemanya. Des del 2015 són directors artístics de l'Escena Experimental (-1) del Teatre Nacional d'Atenes.
Estas mujeres no se merecen un premio por su capacidad actoral, pero sí por su valentía. Y es que ni son actrices ni pretenden serlo. Cuando bajan del escenario, Lauretta Macauley, Rositsa Pandalieva, Fredalyn Resurreccion, Drita Shehi y Valentina Ursache se siguen ganando la vida limpiando casas. No es lo que más les gusta, pero tampoco se avergüenzan de ello. No solo eso, sino que además se atreven a ir por el mundo contando sus historias, que no tienen desperdicio alguno. Y es que por encima de todo, son mujeres y madres con una vida compleja, que tuvieron que abandonar su tierra, sus sueños y a parte de sus familias para labrarse un futuro mejor en una tierra desconocida. La filipina, la moldava, la albana, la sudafricana y la búlgara son las nacionalidades que les dieron nacimiento. Pero Grecia es el país que las acogió sin demasiado fervor, que las puso a limpiar en condiciones no demasiado favorables y que finalmente, con un increíble e inesperado giro de guion, las está llevando por el mundo de teatro en teatro. La realidad supera la ficción.
Así pues, la fuerza del espectáculo no está en la interpretación, dado que los personajes más bien ejercen de narradoras de sus vidas. Tampoco es especialmente brillante la puesta en escena, resultona pero bastante desaprovechada. Sin embargo, lo que cautiva es lo que estas mujeres cuentan, y sobretodo el cómo lo cuentan. Porque son auténticas y vitales. Porque hablan desde una perspectiva muy personal y eso se transmite y emociona. Lo que vemos no es un drama ni tampoco una comedia, sino más bien las dos cosas. Y es que aunque estas cinco mujeres nos narran capítulos tristes de sus vidas, también hay en ellos momentos de humor, de amor por sus hijos y de esperanza. Y sí, también de música.
En medio, los griegos Anestis Azas y Prodromos Tsinikoris, autores y directores, no han dejado de darle el punto académico al asunto. Para ello, proyectan un fragmento sobre el origen sociológico del racismo en el que veremos terriblemente reflejada nuestra sociedad. También aparecen en vídeo las sorprendentes afirmaciones de una socióloga sobre lo que ha significado, para bien y para mal, la inmigración de mujeres. El resultado es una pieza de teatro documental de gran actualidad. Y es que nos habla de un racismo que, aunque más escondido, sigue siendo totalmente vigente en la Europa “del progreso”. También en nuestro país.
El conjunto de realidad, lucha, ironía y emotividad nos hace ver la obra con una alegría amarga y una festiva reflexión. Un exitoso contraste que sí merece premio. ¡Bravo por ello!