El cos més bonic que s'haurà trobat mai en aquest lloc

informació obra



Direcció:
Xavier Albertí
Autoria:
Josep Maria Miró
Composició musical:
Xavier Albertí
Il·luminació:
Xavier Albertí
Intèrprets:
Pere Arquillué
Escenografia:
Xavier Albertí
Vestuari:
Xavier Albertí
Sinopsi:

Amb aquest monòleg Josep Maria Miró es va convertir el 2020 en el primer autor que guanyava en tres ocasions el prestigiós premi Born. Una única veu —la de Pere Arquillué— per compartir amb el públic els secrets d’un petit poble on, aparentment, mai no passa res. Una veu per a tot un retaule de personatges i perspectives d’un únic fet. Aquesta funció, dirigida per Xavier Albertí, també és un d’aquests projectes on Arquillué cerca reptes artístics personals, com el Primer amor de Beckett, que també es va veure el 2013 al festival. Un gran autor, un gran director i un gran actor per a un text que deixa empremta.

Crítica: El cos més bonic que s'haurà trobat mai en aquest lloc

31/05/2022

Triada perfecta

per Juan Carlos Olivares

Ahora que los agoreros del presente vocean que el teatro se ha olvidado del público y así le va -perenne teoría placebo-, llega un montaje impecable como El cos més bonic que s’haurà trobat mai en aquest lloc y rompe esquemas sobre aquello que le es grato al espectador. Sólo hay que ofrecerle el mejor destilado de las artes escénicas (un gran actor, un hermoso texto, una dirección delicada) para captar su favor. Un monólogo de Josep Maria Miró que Xavier Albertí ha dirigido con la austeridad formal de una cantata y Pere Arquillué interpreta magistralmente con susurro de confesionario. Triada perfecta para un texto que posee la atracción literaria de las sirenas que te arrastran a una ciénaga de secretos y deseos.

La obra bascula alrededor de un personaje (un adolescente de 17 años) con su posteridad sellada en las primeras líneas y que irradia un poder y un desbocado anhelo de seducción equiparable al visitante del Teorema de Pasolini o la Ivana de Temps salvatge. Un cuerpo invocado por los que cayeron bajo su influjo, despertaron el ansia violando la infancia o tienen la necesidad de despertar un recuerdo tormentoso anterior: el padre. El que se ahorca en la plaza de pueblo en el árbol que da sombra a la rectoría. Un paisaje humano aislado, ahora rural, de nuevo asediado por un lugar conquistado por seres amenazantes que pululan entre la frontera de la civilización (una rotonda) y el bosque sin ley. La principal diferencia con Temps salvatge o Nerium Park es que esta vez “los otros” transitan desafiantes entre ambos mundos y toman la palabra para explicar la historia desde la trinchera de los señalados, como en una biografía novelada de Bop Pop. Y es con esta voz necesitada de la bondad de los extraños, con tacones y peluca rubia, que el texto se eleva hacia un misterio laico que Albertí recoge brillantemente con un último detalle musical -ángeles anunciadores- mientras el vacío negro se mancha con un altar rojo. Un lecho vertical. Un cuadro matérico de Tàpies.

Todo pasa por la exclusiva maestría de Arquillué. Con Albertí ha llegado al pacto que un adolescente, una madre cerca de los cincuenta, una profesora algo más joven, un anciano y un travesti maduro, aparecen y desaparecen del escenario y el relato con un leve cambio de gesto y tono. La madre: una ligera inclinación de cabeza. Vestido de calle, de negro, las manos casi siempre ausentes. Una exhibición de máxima intensidad con la máxima contención. La atención concentrada en esa voz formidable que va tejiendo una telaraña de flashbacks para acunarnos en una oscura nana polifónica.