Desig, guerra, deserció, poder, violència, pàtria… Alberto Conejero comparteix amb el públic la bellesa, el misteri i la foscor d’un poema èpic a través del qual dialoga amb la condició humana i enllaça èpoques diverses. Combina veus del passat i del present. Ho fa a partir del personatge de Pàtrocle, company d’armes d’Aquiles. Un muntatge a partir de la Ilíada d’Homer i altres textos, que ens apropa a una obra fonamental de la literatura clàssica grega.
Intèrpret, dramaturg i director. Tres grans talents presenten un espectacle que és tant una cançó de guerra com un oratori per a les víctimes, un poema fosc en el qual es parla de la violència en el camp de batalla, però també de la violència del desig. Perquè la Ilíada comença amb les desercions de dos homes que s’estimen i que abandonen el camp de batalla deu anys després que la guerra hagi començat. Encara parlem de la guerra de Troia perquè encara continua cremant.
En las últimas semanas, Alberto Conejero ha encabezado titulares. Creado junto a Xavier Bobés y estrenado en el TNC, su montaje 'El mar: visió d’uns nens que no l’han vist mai' fue cancelado en Briviesca (Burgos) por un nuevo ayuntamiento de PP y Vox. Si la emotiva historia de un maestro republicano puede acabar censurada, qué trágico destino le puede alcanzar a la nueva 'En mitad de tanto fuego' (hasta el 30 de julio en la Beckett), monólogo o bien arrebato poético que hurga en la ambigüedad de uno de los mitos de Occidente, la 'Ilíada'. ¿Fueron amantes el gran héroe Aquiles y su inseparable Patroclo?
Se acabaron las insinuaciones, revulsivo contra versiones hollywoodienses mojigatas como la 'Troya' de Wolfgang Petersen que los presentó como primos. Conejero pone todo su vasto conocimiento del mundo clásico al servicio de un soliloquio lúcido, nos habla Patroclo con una voz universal que atraviesa toda la historia, mítica y presente, entre el fragor de la guerra eterna y la cotidianidad de pasear al perro. Mezclando epítetos altisonantes y versos alejandrinos, emerge ahora un secundario que toma la palabra, un humano carnal y doliente, Patroclo como un raro repudiado en oposición al divino héroe Aquiles y su leyenda.
La compleja partitura textual, densa y estimulante sobre todo en su primera parte, no podría encontrar mejor maestro en la batuta. La dirección de Xavier Albertí desgrana palabras como notas en una sinfonía por momentos minimalista, brossiana cuando se recrea en los posesivos para acentuar la carnalidad del texto. La propuesta va a la esencia literaria y prescinde de florituras escénicas, a excepción de la sacralizante iluminación que aumenta la solemnidad. Tanta sobriedad recuerda a otro monólogo albertiniano reciente, 'El cos més bonic...', aunque ahora sí cuenta con un puñado de gestos que atrapan al personaje entre el destino y el deseo.
Pero todo buen monólogo no lo sería sin su intérprete. Rubén de Eguía toca el Olimpo actoral que ya rozó con 'Els homes i els dies'. El cuerpo a cuerpo le sienta bien, se crece en la distancia mínima que le separa de un público que vibra como una cuerda de violín con la precisión y los matices de su trabajo. Menos vuelve a ser más, y más allá del juglar que nos explica la guerra de siempre, brota en el texto el relato alternativo. En el presente, la epopeya quiere huir de la gloria, reniega de patrias y banderas, soberbia del enamorado que desea envejecer tranquilo junto a su amante. Si todas las guerras son la de Troya, sin censura, todos los amantes podrían ser como Patroclo y Aquiles.