En una ciutat sense nom, en algun lloc d’Europa, Helver i Carla s’amaguen. De fet, podrien ser a qualsevol país sotmès a crims, guerres o persecucions: des de l’Alemanya nazi a Ruanda o l’antiga Iugoslàvia. Aquí es viu una guerra civil que ho assola tot, d'aquí que els protagonistes s'amaguin, tot i saber que és només qüestió de temps que els trobin. Corren perill, però Helver, que pateix una discapacitat intel·lectual, ho veu tot com si fos només un joc de soldats.
"La nit d’Helver", una obra del polonès Ingmar Villqist dirigida per Dino Mustafić (Sarajevo, 1969), ens parla de com el militarisme creixent contamina les societats i s'infiltra fins i tot en els assumptes domèstics. Estrenada a Sarajevo el 2004, ens ofereix una visió sobre el comportament humà quan s’esgoten les possibilitats de fugida. La companyia Kamerni Teatar 55 va mantenir la seva missió de «resistència cultural a l’agressió i la barbàrie» en la Sarajevo assetjada, entre 1992 i 1995. Entre bombes i foc de morters, el grup es va mantenir fidel als seus principis i va celebrar fins a vint-i-vuit estrenes d’un repertori sense adscripcions polítiques, nacionals ni religioses.
Cuando un drama se muestra insaciable y necesita alimentarse de nuevos giros trágicos en cada escena para meter el corazón del público en un puño, se abandona conscientemente la honestidad y se abraza el tremendismo del folletín. Cuando tienes un marco histórico tan potente como la Europa de los años treinta tomada por los movimientos nazis o fascistas –hubo para todos desde el Báltico a los Balcanes, del Mediterráneo al Atlántico o el Mar del Norte- e insistes en cargar las tintas en las cuitas privadas de los dos marcados personajes centrales, es que el texto quizá carga con la inseguridad del autor. La noche de Helver del polaco Ingmar Villqist (seudónimo) empieza bien, con la excelente idea de meter la gran historia en la pequeña historia de lo cotidiano y doméstico, y señalar sus implacables consecuencias. Pero una vez hecho el planteamiento –que incluso puede tener una segunda lectura interesante a partir del comportamiento y motivaciones de la mujer, quizá igual de oscuras que la propaganda del régimen naciente– la obra se pierde en su desesperado objetivo de atrapar al espectador en el previsible final sin esperanza. Una meta atropellada por capítulos que se hace más y más inverosímil y genera el efecto contrario: un creciente distanciamiento con el relato. Si eso añadimos unas interpretaciones que funcionan con el mismo esquema (cada escena es una construcción diferente del personaje hasta hacerlo irreconocible y poco creíble), nos encontramos con un espectáculo que desaprovecha todo su potencial en aras del sentimentalismo.