L’obra de Verdi és atípica dins de la seva producció. A diferència d’Aida i Nabucco, destaca per l’enfoc realista: la història de la Violetta, al llit de mort, evocant com a flashback la seva vida de cortesana. Un atac directe a la hipocresia d’una societat que va qüestionar la relació del compositor italià amb Giuseppina Strepponi. Una exaltació de la vida i de les virtuts humanes, com la generositat, la compassió i el sacrifici pels altres, que es veuen frustrades pel judici implacable d’una societat classista. En aquesta adaptació de la novel·la d’Alexandre Dumas (fill) La dama de les camèlies, Verdi va emprar elements subversius per a l’època (referències a la sífilis i la tuberculosi) que, units al seu enfoc moral, van fer que l’obra es rebés molt malament durant l’estrena. Ara, la producció magistral de David McVicar, amb la seva habitual posada en escena teatral i alt voltatge dramàtic, permet una relectura contemporània. Un melodrama grandiós, amb ambientació de l’època.
A la temporada de juliol, els papers
protagonistes seran per:
Elena Mosuc, Ailyn Pérez
(Violetta Valery); Francesco Demuro, Ismael Jordi (Alfredo
Germont); Gabriele Viviani, Leo Nucci (Giorgio Germont)
El Gran Teatro del Liceo de Barcelona decidió conmemorar los 15 años de su reapertura con una coproducción de la La Traviata de Verdi, que hace junto a los teatros Real de Madrid, Glasgow y Cardiff.
Hablar de La Traviata es casi hablar de un lugar común, una referencia que conoce todo el mundo. Quizá sea la ópera más representada de la historia. Se dice que todos lso días del año hay una representación de ella en alguna parte del mundo, por lo que es muy difícil pensar en una perspectiva nueva o diferente de su interpretación. La han hecho morir de sida, de ébola, de toda enfermedad contagiosa, la han puesto en los más suntuosos salones de todas las épocas y la han usado para todo tipo de mensajes. ¿Qué de nuevo puede decir un director de escena con esta obra que además tiene serios problemas dramatúrgicos y un mundo de interpretaciones maestras detrás?
David McVickar, director escocés especializado en ópera, hace una apuesta inteligente, decide no mover la época original de la acción y llevarla a una vuelta de realidad: "Mientras investigábamos esta producción, el diseñador y yo visitamos las distintas localizaciones que aún existen de la novela original de Dumas, y nos sorprendió la intimidad del mundo donde Alphonsine Plessis se instaló". Así, la atmósfera que Mc Vickar y su equipo logran crear es la de los barrios marginales de un París del siglo XIX, más cercanos a la claustrofobia y la vulgaridad, que a la elegancia y sofisticación que siempre se les da a los decorados, casi palaciegos, de esta ópera. Decisión por demás acertada y que implica una visión innovadora y novedosa de ésta, tan conocida, historia.
Patrizia Ciofi y Charles Castronovo hicieron la función inagural, mientras Elena Mosuc y Leonardo Capalbo lideraron el segundo elenco de esta producción, ambas parejas de una calidad vocal importante, aunque debo resaltar a los tenores por encima de las sopranos en ambos casos. Pero los mejores intérpretes de los dos elencos, en mi opinión, fueron los barítonos: Vladimir Stoyonov, quien hizo un Germont con una fuerza y una dignidad impresionante, y Ángel Ódena, que le dio al papel una calidad humana diferente.
Muchas veces se ha cuestionado la presencia de los directores de escena en la ópera de nuestros días, pero para mi es muy claro. Sin ellos estas óperas serían un mundo decadente, sin futuro y para muestra, este montaje.