Aquesta jove companyia sorgida de l’Institut del Teatre debutava la temporada passada amb el primer muntatge en català de l’òpera bufa de Jacques Offenbach “La Gran Duquessa de Gerolstein”, amb gran èxit de crítiques. A L’Auditori estrenaran l’adaptació catalana que preparen de l’opereta còmica “La vie parisienne”. Un musical de petit format i una crítica satírica a la vida burgesa i al turisme de masses, escenificada ara a la Barcelona del segle XXI.
Enguany fa 150 anys que Offenbach va escriure aquesta opereta còmica que, a dia d’avui, segueix molt vigent. Tracta d’un espavilat barceloní que decideix fer-se passar per guia per tal d’endur-se a casa seva una turista adinerada. Enganys, disfresses i embolics de faldilles en una ciutat cada vegada més dedicada a enlluernar el visitant estranger.
Como una forma de entretenimiento popular del siglo XIX, la operetta es un retrato del gusto una sociedad burguesa que se consolidaba en casi toda Europa, pero que además buscaba en muchos sentidos el divertimento sin cuestionamientos ni grandes profundidades. Es un género dedicado a abordar los tópicos de su época tanto en sus argumentos como en sus actitudes morales, como en su música. La banalidad es una de sus características, pero también es cierto que es un registro de lo que socialmente interesaba y caracterizaba en un siglo convulso y complejo.
A pesar de ello, tenemos que decir que es un género difícil de representar, que implica no sólo una capacidad musical y vocal (que muchas veces se confunde con la requerida en la ópera), sino también actoral y dancística. Cuando hablamos de un compositor como Jacques Offenbach (1819-1880) hablamos de un muy buen músico, con una enorme capacidad creativa y, aunque haya buscado el éxito popular en su trabajo, su música ni es fácil, ni es banal.
La versión que la joven compañía Bratislava presenta en el teatro Maldá de Barcelona, es un acierto en el tono del espectáculo, el nivel de energía y la comunicación con el espectador. Todos los guiños que traspasa del París del siglo XIX a la Barcelona del XXI son certeros y divertidos, pero en cuanto al nivel de interpretación musical tenemos muy pocos aciertos. Vocalmente hay una serie de desajustes importantes (un poco de desafinación en los agudos, fallas de impostación, sonidos forzados) y creo que la versión que hacen de la partitura la simplifica tanto que le quita lo estimulante, que es la esencia de Offenbach y lo que hizo que su trabajo marcara toda una generación de espectadores y maneras de hacer teatro musical.
Este un espectáculo para pasar una buena tarde, ciertamente, pero considero que, si se va abordar una operetta debe acercarse al nivel de conjunto homogéneo que requiere, levantando el nivel técnico de la interpretación musical al de la actuación y la corporalidad.
El problema también, es que el recinto del Maldá, nos ha sorprendido muchas veces con interpretaciones cuyo conjunto (musical, corporal y actoral), nos han demostrado la maravilla que es la unión de lenguajes de las diferentes artes escénicas en busca de un mensaje común. En este caso, podemos ver un desajuste que impide que disfrutemos por completo de la obra.