Pornorondalles. Rondalles verdes, rondalles pecadores, rondalles brutes, fragments, retalls i bocins dels nostres contes més populars recollits per Mossèn Alcover i servits en clau d’humor polissó, subtil i tal vegada un poc grosser per Toni Gomila i Catalina Florit, que sense prejudicis ni preconceptes afloren i desfloren rondalles, folkloren i desfolkloren, cullen i despullen, fiquen i desmitifiquen, menteixen i desmenteixen, i sobretot juguen i es diverteixen amb tota casta de vicis, pecats, verdors i brutors presents en la cultura popular de transmissió oral.
Mn. Alcover afirmava que dins el meu Aplech no hi ha l’element pornogràfich que tant abunda dins totes les literatures populars, i sense ànim de contradir-lo, vos presentam un mostrari de passatges rondallístics per tal d’observar, en el mirall del poble que són aquests contes, que és allò que per Alcover era o no pecat, d’allò que tapava i d’allò que mostrava sense pudor; d’aquelles coses que el poble considerava correctes i de les que no; i al capdavall, d’allò que ahir era verd i avui és blanc, i d’aquelles coses –bones i dolentes- que passa el temps i es mantenen fixades a l’ànima dels pobles amb el color inalterable de la naturalesa humana.
Toni Gomila continúa el trabajo de recuperación del lenguaje balear que ya inició con Acorar, monólogo sobre el cambio de la sociedad tradicional mallorquina que lleva años en cartel y que ha girado a nivel nacional e internacional. En esta ocasión, el creador se une a su compatriota Catalina Florit para hacer una recopilación de los cuentos populares que hace más de 3 siglos el padre Alcover decidió no incluir en su particular recopilación por mostrar la parte más negativa de la sociedad: Violación, corrupción, abusos infantiles… Escenas que aún a nuestros ojos parecen fuera de lugar y políticamente incorrectas.
Cuando pensamos en la cantidad de textos existentes, uno no puede evitar preguntarse si realmente esta recuperación de textos es necesaria hoy en día. A parte de la riqueza de vocabulario, que te obliga a estar bien atento para no perderte nada, poco más tienen que enseñarnos unas historias excesivamente cortas que son poco más que planteamientos de desenlace repentino.
Por otro lado, el espectáculo es muy bueno en cuanto a interpretación y puesta en escena. Gomila y Font desprenden energía por cada poro de su piel, con una compenetración perfecta. En sus narraciones, los actores discurren por una coreografía llena de movimientos gráciles, atrevidos y picarescos, con una canalla y constante interpelación al público que se gana todas las carcajadas. El uso del sonido, la escenografía absolutamente minimalista y los efectos lumínicos son un elemento más en la consecución de un montaje bello y poético, aunque de contenido de dudosa trascendencia.