Un joc perillós de poder i dominació
L’obra de Martin Crimp, inspirada en la novel·la Pamela de Samuel Richardson, planteja la relació de sis personatges de diversos estatus socials i edats, que representen un joc perillós de poder i dominació. Aquesta obra irromp en el debat contemporani per tal d’explorar la naturalesa desordenada, i sovint violenta, del desig, la naturalesa performativa dels rols masculins i femenins, la fluïdesa del gènere, les possibles contradiccions entre la ideologia feminista i l’atracció sexual o la mediatització del desig a través del poder econòmic.
Es el capital y no la vida lo que se reproduce". Esta frase de Paul B. Preciado podría resumir una parte de la esencia del último texto que nos ha llegado de Martin Crimp. Con dirección de Magda Puyo, estos días se puede ver en el TNC 'Quan ens haguem torturat prou', un montaje áspero que no deja tregua al espectador. Ni realista ni todo lo contrario, una sucesión de escenas avanzando como una apisonadora de ideas. Dos protagonistas que se necesitan y se destruyen al mismo tiempo. En sus diálogos ponen al descubierto las lógicas y los abusos de poder que se esconden en las relaciones de pareja. Un manual de violencia cotidiana revelado mediante la pornografía de las emociones más escabrosas. Con los colores del sadismo y la vejación dibujan un despiadado retrato de los tics del patriarcado capitalista y sus métodos de reproducción más íntimos. Todo muy concentrado (...)
Pareja oficiosa de la escena desde que nos deslumbraran con el recordado 'Sé de un lugar', Anna Alarcón y Xavi Sáez vuelven a lucir una compenetración magnética, dando a las respiraciones la intención que requiere un texto cambiante que sitúa cada escena en una temperatura emocional diferente. Él, entre el exceso de crueldad y la condescendencia que da el poder; ella, oprimida y vejada, pero por momentos consciente del precio de su sumisión, un papel más complicado de desenmarañar que Alarcón defiende con la intensidad adecuada a cada instante. La dirección de Puyo, por su parte, va al detalle del trabajo de intérpretes, pero imprime al montaje una lectura ambigua con una densidad abrumadora que ni las actuaciones musicales consiguen aligerar. Pesimismo contagioso (...)
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