Volvemos a buscar la gallina de los huevos de oro, Wajdi Mouawad, autor de
Incendis, que nos da tanto como nos quita. Hace un tiempo que me repito, al salir de ver sus obras, que no volveré a entrar en una función que lleve su nombre, pero sigo incumpliendo la promesa. Atraída por no sé bien qué, vuelvo a sumergirme en su poesía, esta vez poco condensada. Y no sé si la atmósfera cálida de la Biblioteca o que el discurso ya me suena que no consigo empatizar con lo que se me cuenta.
Volvemos a los temas recurrentes del autor: la muerte, su madre, el dolor, la guerra, una extremada misoginia contra las muejeres... esta vez en formato monólogo, un género extremadamente complicado de dirigir y de interpretar. A Ernest Villegas le falta intensidad, garra, no sé si es culpa de la interpretación o de la dirección pero echo a faltar una serie de recursos que me permitan ver el recorrido del personaje, que por el texto me lo puedo imaginar, pero que hubiese sido conveniente mostrar en escena.
Como ya he afirmado en varias ocasiones, la Biblioteca de Catalunya es un lugar mágico, que no necesita más que de ciertos toques en la iluminación de sus espectáculos para hacerlos espectaculares. En este caso la iluminación firmada por Quim Blancafort, salvo en algun caso, no consigue aproximar la magia, y a veces las sombras entorpecen más que ayudan.
Un obús al cor no ha conseguido que me remueva en la butaca, más allá de la incomodidad habitual de las sillas de la Biblioteca. Pero, he visto nevar y quizás por ese simple hecho recuerde el montaje. ¿Seré capaz de cumplir la promesa con el próximo Mouawad?