No encontrarás una crítica de danza académica, mi nivel de conocimiento solo da para escribir lo que me sugirió la pieza como espectadora. No entiendo de técnicas, estoy en proceso de aprendizaje de sentimientos, valga sea dicho de paso.
Sin escenografía con els escenario desnudo a voluntad de los bailarines, y sin una dramaturgia que siente las bases de algún entendimiento previo, la Mesura del desordre se convierte en piezas sueltas como si fueran ejercicios de improvisación. El nexo de unión puede ser la libertad. Si bien dice Thomas Hauert que su impulso es ir más allá de lo familiar, ponerle creatividad al asunto, quizás no me llegue para más que para ver cuerpos solos, dúos y grupales entrelazados.
En alguno de los grupales la imaginación me llevó al Jardín de las Delicias del Bosco, más por un renacer vital que no sexual. En otros la omnipresente figura del líder emergía y sus súbditos parecían mirar de reojo a los espectadores, presentes pero con un papel de pared. (...)