Tres dones formen un triangle encapçalat per una periodista massa incòmoda per al diari en el qual treballava i que l’acaba d’acomiadar. L’acompanyen en escena la seva germana, que només vol gaudir dels darrers anys de la seva vida en plenitud, i una víctima que exigeix que el seu cas surti a la llum pública. Totes tres han anat a parar a un carreró sense sortida del qual només podran sortir-ne dient aquelles coses que són tan difícils de dir… La censura en l’àmbit públic, en aquest cas el món del periodisme, i també en el privat, en aquest cas la família, és el motor d’aquesta història amarga i tendra a la vegada.
Finalista a actriu de repartiment (Imma Colomer) al Premi de la Crítica 2017 Finalista a text (Pau Miró) al Premi de la Crítica 2017
Si hubiera que poner un titular sería que Pau Miró abandona las historias del Raval después de una fallida Victòria. Su zona de confort, sus personajes anónimos son puestos en stand-by al menos por un tiempo, pero no hay que sufrir porque la jugada le ha salido redonda. Durante una hora y media me olvidé que estaba en Barcelona, que los personajes hablaban en catalán y me trasladé a un escenario anglosajón donde el hilo de las dramaturgias, en la mayoría de ocasiones, deja un bordado de oro.
A Un tret al cap se le nota que su cocción ha sido lenta, las réplicas están bien tramadas, hay una coherencia de lenguajes, nada está porque sí, excepto al final, el cuento con el que acaba la obra, la última escena, queda un poco sinsentido, un intento de cierre más intelectual que el final abrupto que supondría la escena anterior, pero que le hubiera sentado al espectador como un tiro y hubiera sido “una caída de telón” magnífica.
Como periodista, Un tret al cap es una delicia. Una radiografía de la situación de la profesión, una enumeración de los dilemas a los que nos vemos sometidos y todas las consecuencias personales y profesionales que generan. Si alguien se pensaba que la profesión era intocable, que vaya quitándose la idea de la cabeza, es sin lugar a dudas un filón de ideas si se sabe aprovechar bien, como es el caso.
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Si la dramaturgia y dirección de Pau Miró es sumblime (con la ayudantía de Alicía Gorina), aún lo es más la química y complicidad que destilan las interpretaciones. Delante de un texto tan sabiamente construido, verlo representado es un simple deleite. Las mejores réplicas se las llevan Imma Colomer y Emma Vilarasau, sus momentos de debate/discusión entre hermanas son magistrales. Un tret al cap es una drama, aunque alguna de las réplicas de Imma Colomer lo pongan en duda. Sin lugar a dudas el público de treinta y… se sentirá invocado en algunas de las frases del personaje de la Mar Ulldemolins, todo un discurso sobre la falta de relevo generacional para la llamada generación más preparada.
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