Segur que encara recordeu Nadia (Grec 2014), la història d'una jove afganesa explicada per ella mateixa en format de documental escènic. La signava La Conquesta del Pol Sud, una companyia que ara torna a combinar el llenguatge teatral i la investigació periodística. Així sorgeix aquesta nova peça basada en la història de la Claudia Victoria Poblete Hlaczik, una enginyera de sistemes, aficionada a la ciència ficció, que viu a Buenos Aires i que, amb vint-i-dos anys, va descobrir que era filla de desapareguts i que havia viscut una vida inventada amb uns pares que, de fet, no eren els seus.
El seu cas va marcar un punt d'inflexió a l'Argentina, ja que va suposar el principi del final de la impunitat dels comandaments militars. L'experiència vital de la Claudia arriba a escena en forma d'un relat fragmentari, conduït per ella mateixa, que interactua amb imatges documentals i material procedent de la investigació de la companyia al nord de l'Argentina.
Eugenio Szwarcer, finalista en la categoria eines digitals. Premis de la Crítica 2016
Espectacle finalista en la categoria de noves tendències. Premis de la Crítica 2016
La verdad es el mejor catalizador para despertar profundas emociones entre los espectadores que han firmado ese contrato mágico de compartir la ficción del teatro. La gran mentira consentida. Una opción como el teatro documental –al que se ha entregado con comprometida pasión La Conquesta del Pol Sud– basado en la frialdad del dato, el archivo, el testimonio, guarda en sus mejores ejemplos la paradoja de desarmar al público al punto de que las lágrimas brotan libres en el disimulo de la oscuridad. Un manantial de empatía precedido por un silencio que es un abrazo de profunda atención.
Esa es la reacción que produce el relato de Claudia Victoria Poblete Hlaczik, nacida en Buenos Aires en 1978, arrebatada a sus padres, secuestrados, torturados y desaparecidos por la la dictadura militar, y apropiada por una familia afecta al régimen. Hasta los 22 años se llamó Mercedes Landa. En 2001, después de una prueba de ADN concluyente, fue la primera de los niños “apropiados” que testificó ante un tribunal contra sus padres adoptivos. Con su declaración cambió la historia de silencio de Argentina.
Pero Carles Fernández Giua y Eugenio Szwarcer (La Conquesta del Pol Sud) no se limitan a montar una dramaturgia de apoyo al testimonio real y presente de Claudia. Entrelazada con su propia investigación sobre el terreno y sus respectivas biografías, Claudia es también es una compleja reflexión sobre cómo se construye una identidad, individual y colectiva. Uno de los momentos claves de este imprescindible montaje es la evolución de la protagonista de Mercedes a Claudia, sobre todo el periodo donde inevitablemente tienen que convivir ambas identidades.
Ella –que presenta su caso con una espectacular sencillez, evitando siempre el personaje y el drama, el simulacro de aparecer como una actriz– no oculta que el proceso no acabará nunca, que el ser humano no puede desprenderse de emociones positivas tatuadas en la infancia, aunque después, destapada la cruel farsa, sean dolorosas; de que es posible crear vínculos con personas cuyo recuerdo más vivo son unas fotografías; de que una fotografía nunca dará toda la información sobre cómo es y actúa una persona.
Con una puesta en escena que usa el vídeo con una delicadeza poética (con una construcción escenográfica ajustada a lo necesario) y contextualiza el relato veraz con la información colectiva suficiente para situar la historia personal en la magnitud trágica de la Historia, este espectáculo –segunda parte de una trilogía que iniciaron con Nadia– es una propuesta imprescindible: no solo por el valor del testimonio, también por la enorme calidad con la que se han trabajado los archivos documentales y los elementos teatrales. Una creación que sólo se puede aplaudir con toda la emoción de la excelencia entregada a la verdad.