Un somni és un somni. I sovint els somnis que més recordem són aquells que ens trasbalsen, els que ens inquieten, els que no ens deixen indiferents, els que fins i tot ens fan modificar la percepció que abans teníem de la realitat. El Somni d’una nit d’estiu és un d’aquests somnis. El més apassionat, canalla, absurd i inquietant que va tenir Shakespeare.
Los clásicos están de moda entre las compañías más jóvenes. Proyectos como el Fuenteovejuna de los Obskené o montajes como el Romeu i Julieta o el Yerma de Projecte Ingenu lo demuestran. Todas ellas son propuestas frescas, actuales y multidisciplinares, agradecidas con el dinamismo contemporáneo y atentas a la realidad del momento.
Los Pirates teatre ya se sumaron a esta corriente con su versión de Nit de reis, y ahora vuelven a las comedias shakesperianas con un sueño que ya de por si tiene altas dosis de absurdo. La dramaturgia del también director Adrià Aubert y de la también actriz Ariadna Pastor se acoge a esta fiesta con forma de fábula y se la trae al presente con un punto de acidez y sarcasmo, con especial lucidez en las tramas secundarias.
Así, los precarios actores que deben representar su obra ante la boda del rey, deberán ensayar en el bosque porque no les han concedido local. Los artistas optarán por una puesta en escena performática y postmoderna de Romeo y Julieta (Píram y Tisbe en el texto original), en lo que constituye uno de los momentos más divertidos y locos de la función. Otro gran acierto es la representación de las hadas, ataviadas como burbujas de Freixenet multicolor, que con sus coreografías, sus bromas y sus canciones logran provocar más de una carcajada.
Ante estas grandes escenas, el cuadrado amoroso que ocupa la trama principal queda algo más deshinchado. La gran innovación consiste en convertir a Lisandro en una mujer, creando una pareja lesbiana que concuerda perfectamente con la relación prohibida propuesta por el bardo. Pero no se hurga demasiado en el tema. Los 4 protagonistas aparecen vestidos con batas y mochilas de colegio, de modo que se infantilizan sus peleas y preocupaciones a favor de escenas más naif y con cero tragedia.
Toda esta historia llega ataviada con 6 actores multidisciplinares que, además de interpretar en un tono muy clownesco y una energía envidiable, cantan, bailan, tocan instrumentos en directo y hacen piruetas. Disfrutamos también de una puesta en escena sencilla pero muy eficaz, con un uso extraordinario del espacio en el que constantemente aparecen sorpresas de rincones inesperados. Un ágil, alegre y festivo elixir de fácil digestión con toda la marca de los Pirates.