La Conquesta del Pol Sud ens proposa un trajecte que va de la història individual a la col·lectiva i ho fan combinant testimonis reals en escena i investigació periodística. Aquest cop, s'interroguen sobre un món que camina cap a la reivindicació del rol protagonista de la dona a la societat. El muntatge de La Conquesta del Pol Sud parteix d’una experiència individual de transició, de canvi de gènere, un recorregut vital marcat per la lluita per la identitat, per l’autoafirmació, pel trencament dels motlles. Una experiència que es forja en el si de la cultura europea, a França, i que qüestiona de molt a prop els referents i models amb els quals creixem. La lluita individual de la Raphaëlle Pérez ens parla del canvi col·lectiu que viuen les nostres societats. Alhora, la companyia investiga el tractament del gènere en altres cultures. Potser la divisió entre el masculí i el femení no és més que una simple convenció occidental?
Raphaëlle projecta una mirada sobre un món globalitzat en plena transformació i ens parla sobre lluites i conquestes socials, sobre les minories, sobre l’educació que rebem i els rols que assumim. Què vol dir ser dona? Què vol dir ser home? I, encara més, com podem viure en un món en procés de canvi on sembla que han desaparegut totes les certeses?
Siempre hablamos de la importancia del teatro en la sociedad y de su necesidad en el desarrollo de mejores seres humanos, pero pocas veces encontramos un espectáculo que lo demuestre de una manera tan fehaciente como este.
Como todas las cosas importantes de la vida, esta obra comienza con una pregunta. Una pregunta simple, de una construcción gramatical elemental pero que parece el mito de la serpiente que aunque la matas, y precisamente por que la matas, aparecen más y mayores: ¿qué es ser mujer?¿Que es ser un hombre? y después, nos genera una gran incertidumbre cuando aparece la cuestión medular: ¿Que hay detrás de una niña que a los cinco años es un niño?
Este es un espectáculo que nos lleva al miedo eterno que hemos experimentado todos, (heterosexuales, homosexuales, transexuales y todas sus variantes) por el hecho más elemental, pero también el más definitorio de nuestro paso por este mundo: ser nosotros mismos.
Con una honestidad, un respeto y una estructura dramática imponentes, la compañía La Conquesta del Pol Sud nos regala una hora y veinte minutos de emoción, cuestionamiento y empatía, como muy pocas veces un pieza teatral lo logra.
Raphaëlle Pérez no es una actriz, comete errores con el texto, dice las cosas desde su propia experiencia, no desde una técnica depurada, pero no podemos más que admirar la fortaleza mental, emocional y psíquica que requiere lo que hace en escena.
Pero ¿Qué es eso que hace en escena? nos cuenta su vida, nos cuestiona y nos hace entender un mundo al que la mayor parte de nosotros no pertenecemos, somos incapaces de acceder y muy pocas veces, somos capaces de dejar de juzgar.
Este trabajo forma parte de una trilogía sobre Mujer, identidad e historia, a la que esta compañía - integrada por Carles Fernández Giua y Eugenio Szarcer- le ha dedicado más o menos un quinquenio.
En él se retrata la vida de un transexual europeo, que ha tenido la ventaja de haber nacido en un continente con mayores libertades que el resto del mundo y que, a pesar de ello, ha tenido que enfrentar un mundo incomprensiblemente incompetente cuando se trata de afrontar la diferencia. Situación que nos abre un abismo terrorífico cuando pensamos en lo que podrían estar pasando sus congéneres en otros países y en otras latitudes.
Más allá de lo que somos capaces de racionalizar, pensar y definir de nosotros mismos y de la aceptación (que es mucho más que tolerancia) del otro. la gran pregunta es ¿Cómo hicimos un mundo donde todos tenemos que renunciar de una manera o de otra, a ser nosotros mismos, donde tenemos tanto miedo del que es diferente, donde tanta gente puede ser tan profundamente infeliz?