Íntimes, interculturals, artístiques... Així van ser les trobades de Sol Picó amb les dones que l'acompanyen en aquest espectacle. En coreografies anteriors, l'artista ja s'havia plantejat interrogants sobre el món femení, però és aquí on aborda el tema més directament. I per fer-ho, ha demanat a un seguit d'artistes amb arrels a països tan diversos com l'India, Benín o el Japó que reflexionin, des de prismes diversos, sobre les seves experiències, sobre la identitat i les barreres de gènere.
Tot plegat forma un projecte col·laboratiu sobre la dona d'avui i la seva situació en el món actual, en el qual cadascuna utilitza tècniques diverses i uns llenguatges que, tot i que potser són desconeguts per a les seves companyes, els serveixen per plantejar-se les mateixes preguntes: per què s'oblida tan fàcilment la contribució artística de les dones i per què desapareix el seu llegat? Com es viu el contrast entre la tradició i la modernitat?
Com és possible que en ple segle XXI encara convisquem entre algunes tradicions que permeten la vexació de la dona?
En W.W. (We women) los brillantes momentos coreográficos se alternan con otros aburridos y de escasa consistencia coreográfica, una lástima, cuando esta pieza, que se estrenó la noche del lunes el Mercat de les Flors de Barcelona, en el marco de la programación del Grec 2015, era una de las perlas del Festival de Verano, ya que el baile huracanado de la Picó viene deslumbrando al público desde hace más de veinte años.
En W.W. (We women) Picó intenta reflexiona sobre la mujer marginada a nivel mundial, pero no logra transmitir ninguna mensaje creíble, ni la dramaturgia firmada por Roberto Fratini, - el autor de moda entre nuestros grupos de danza contemporánea-, ni el vocabulario gestual de Picó logran entenderse para expresar un tema tan rico en interpretaciones. Durante los largos sesenta minutos que dura el espectáculo el espectador se da cuenta que la buenas ideas quieren asomarse en el escenario, pero no lo logran. Lástima.
Picó sitúa la acción de W.W. (We women) , en una escenografía firmada por Joan Manrique, que sitúa a estas mujeres en un campamento gitano, las tiendas de campaña y la arena, que inunda el espacio escénico, crea un marco que aviva la curiosidad del espectador, pero no resulta convincente, es un espejismo momentáneo. El recurso de la lluvia de arena ha sido muy utilizado por otros coreógrafos, aquí resulta gratuito. Bravo por las intérpretes del montaje, Julieta Dossavi, Minako Seki, Shantala Shivalingappa y la propia Picó, cuatro bailarinas de diferentes razas y muy diferentes físicamente, que bailan con dinamismo y exhiben un gesto provocativo. Su baile es una mezcla de violencia y complicidad. No obstante es un baile escaso en esta ocasión, ya que Picó ha optado por la danza-teatro. Al finalizar el espectáculo, cuando cogí el metro, coincidí con un grupo de espectadores que comentaban “que poco han bailado”. ¡ Ojo! Sol, lo tuyo es bailar. No obstante ella bailó magistralmente en W.W. (We women) bailando solo con la zapatillas de punta rojas, un fragmento que tiene su origen en su coreografía Bésame el cactús (2000), en este montaje este solo es una solución recorrida.
Un acierto del espectáculo es la interpretación musical de Adela Madau,