La voix humaine

informació obra



Companyia:
Toneelgroep Amsterdam
Traducció:
Peter van Kraaij, Halina Reijn
Dramatúrgia:
Peter van Kraaij
Intèrprets:
Halina Reijn
Escenografia:
Jan Versweyveld
Il·luminació:
Jan Versweyveld
Producció:
Toneelgroep Amsterdam
Estrena:
Grec 2015, Grec 2015
Sinopsi:

El públic barceloní va conèixer Ivo van Hove i la seva companyia gràcies a l’espectacular "Tragèdies romanes" (Grec 2013) i, després, a "The Fountainhead" (Grec 2014). Enguany, però, veurà la vessant més íntima d’aquest director d’escena en un clàssic del teatre del segle XX signat per Jean Cocteau. L'actriu Halina Reijn interpreta en solitari aquest muntatge sobre una dona que parla per telèfon amb el seu amant i mira de retenir-lo desesperadament. És una gran actriu de teatre, cinema i televisió que, en la visió de Van Hove, se’ns mostra darrere una finestra. Es convida així el públic a espiar la intimitat d’una tragèdia sentimental, un diàleg que les fallades de la comunicació telefònica converteixen en un monòleg punyent. Un muntatge mai vist fins ara a Barcelona que ens mostra un aspecte nou, allunyat de la grandesa i l’espectacularitat de muntatges anteriors d'Ivo van Hove, però íntim, intens i captivador.

Crítica: La voix humaine

06/07/2015

Una llamada indiscreta

per Juan Carlos Olivares

La voix humaine es ese texto de Jean Cocteau que un gran director guarda para que su actriz favorita lo interprete en el mejor momento de su carrera. Un monólogo condenado a ser una pièce de résistance. Una obra que se representa como una joya del exhibicionismo interpretativo. “¡Mirádme!; mirad como despliego todo mi talento en una hora de conversación imaginaria con un amante que tras esta última llamada de teléfono me abandonará para siempre”. Y si la actriz responde a la expectativa atenderemos gustosos su petición y la acompañaremos en su derrumbe emocional. Esa es la tradición.

Pero llega Ivo van Hove y decide que no estamos invitados a este episodio de una vida. Somos unos intrusos; vulgares mirones que no deberíamos estar ahí para presenciar la intimidad de una crisis. Nada de lo que ocurre tras la gran ventana que viola el espacio privado de la mujer tiene en cuenta la presencia del público. Ni el lenguaje corporal de la extraordinaria Halina Reijn, ni los silencios que estiran y tensan el tiempo están pensados para impresionar al público. Al contrario, generan incomodidad, distancia, preguntas. ¿Qué hacemos mirando durante minutos la espalda de una mujer que nos ignora enterrando el rostro contra la pared? Nos extraña la gestualidad ridícula y desconectada del diálogo que adopta el ser humano cuando no se siente fiscalizado por el ojo ajeno. Es un cuerpo libre de juicios, que puede avanzar el dolor o retroceder a una felicidad casi infantil, o quedarse quieto en un mudo monólogo interior.

Entonces desaparece, en un premeditado “fuera de campo”, sólo para acentuar la posición del público que entra en ese cubículo desnudo –hogar deshabitado, el piso desértico de Lisbeth Salander– como los prismáticos de James Stewart en La ventana indiscreta. Es una ventana alta, perdida entre otras tantas de un torre residencial anodina con la particularidad de tener acceso a la banda de audio. Si no sería una escena sin el mayor interés: una mujer en chándal habla por teléfono en un piso sin amueblar. Una mirada cinematográfica sobre la relación que ese encuadre tiene con la soledad. Es una mujer de una película de Antonioni. Mujeres enmarcadas por ventanas. Mujeres atraídas por el vértigo de las ventanas.

Otra característica de este montaje: la ausencia de ambigüedad. Todo es claro, seco, directo en esta versión. Nada de misterio. Puro y frío espionaje de los hechos y su desenlace. Halina Reijn no pide admirativa empatía, ni conmiseración. No nos quiere, tiene otros asuntos que atender y finiquitar. Aún así genera una peculiar corriente erótica, sobre todo cuando la quietud se apodera de su cuerpo y adopta la elegante postura de un dibujo sensual japonés. Esa espalda que nos ignora.


Trivial