El gran geni de Carles Santos ens torna a commoure amb el seu últim espectacle.
Tot comença amb la destrucció d’un piano que quedarà fet miques. A partir d’aquí, Carles Santos ens presenta el seu imaginari personal i únic, una combinació del seu particular llenguatge teatral amb la música i la creació videogràfica.
El más reciente espectáculo de Carles Santos, que se presenta en la sala Tallers del Teatro Nacional de Cataluña, es un ejemplo de cómo las dudas sobre la validez en nuestros días de formatos musicales que parecen ya sobrepasados, como la música concreta o aleatoria, son irrelevantes e innecesarias.
El trabajo de este compositor nos remite a los primeros intentos occidentales de la reunión de la acción con el sonido, llamados azione per música en la italia renacentista, o definidos en tiempos inmemoriales como los primeros espectáculos de la India o China, llevándonos desde esas antiguas propuestas a nuestra contemporaneidad más inminente. Se nos antoja incluso interesante imaginar cómo son las partituras de este compositor, para responder con ello a nuestras dudas sobre la manera en que podría volcar en un papel, la integración de todos los elementos que incluye en su trabajo.
Nada sobra en su discurso escénico construido de la relación más íntima entre el sonido que genera acción y la acción que genera música. Un discurso lleno de metáforas de una profunda inquietud, de una dualidad emocional que nos recuerda el concepto de grotesco brechtiano, y de una belleza estética indiscutible.
Un hecho escénico inolvidable que tiene espacio y tiempo para la acción, la palabra y el sonido, pero también para el silencio, la luz y la oscuridad.